miércoles, 21 de abril de 2010

INDESEADA PRESENCIA


Mucho enojo y poca acción provocó en el gobierno federal la discusión avivada desde Washington acerca de México como un Estado fallido. Los gringos no abundaron en explicaciones, sencillamente actuaron en consecuencia y se apersonaron en Los Pinos a dictar la plana completa.

Evitando la ociosidad seudointelectual de discutir el concepto, lo que se quiere decir es que el Estado mexicano está incapacitado para desempeñar sus funciones, por existir otras fuerzas políticas u otros actores que lo sustituyen y anulan. Y las tareas de un Estado no se resumen en la primitiva concepción que de ello tienen los panistas: el monopolio de la fuerza armada. Más aún, es precisamente en este punto donde El Presidente y sus correligionarios han perdido toda eminencia: en garantizar la vida y seguridad de los ciudadanos.

En días recientes hemos visto un pirotécnico despliegue de fuerza criminal que muestra la vulnerabilidad en que vivimos y la pequeñez de quienes cobran por estar al frente de las instituciones de seguridad. En Maycoba, Sonora, un pueblito serrano colindante con Chihuahua, un grupo de hombres armados ocuparon de madrugada la localidad, catearon casas, asesinaron lugareños y se fueron como llegaron, en el más completo sigilo. El gobernador del estado, Guillermo Padrés, panista, opinó que no era nada para alarmarse. El pasado fin de semana, en la primaveral Cuernavaca, dos mensajes por internet, avisando que viernes y sábado la población debía quedarse en casa porque habría matanzas atroces en los antros, paralizaron toda actividad social y comercial. El gobernador, Marco Antonio Adame, panista, condenó la acción y se refugió en su casa. Hoy en la madrugada, en Monterrey, N.L., dos comandos armados cerraron calles y secuestraron a siete personas, sacándolas de sus habitaciones en los hoteles Holiday Inn y Misión. A casi 24 horas de lo ocurrido, el gobernador, Rodrigo Medina, priísta, no ha abierto la boca sobre el tema.

Es decir, el control del territorio está –al menos esa es mi percepción- en manos de criminales no gubernamentales, y nadie en el gobierno hace algo distinto de doblar la cerviz y encargarle al ejército que ponga orden.

Si el Estado mexicano no es fallido sí es negligente e incapaz. Ya no digamos en las tareas esenciales como la educación, el bienestar social, los derechos humanos, la salud, el empleo. Es incapaz de reconocerse como Estado. Desde la ideología neoliberal y la del panismo ramplón El Ejecutivo y sus empleados han renunciado a dirigir el país. No distinguen Estado de gobierno y así identifican al ejército como garante del Estado y al gobierno como administrador del país. En esta evasión acuden a la sociedad como co responsable de sus obligaciones. Diariamente, uno u otro vocero oficial exige, demanda, truena contra la sociedad que no cumple con sus deberes. Los ciudadanos debemos denunciar a los criminales para que puedan ser atrapados, debemos vestirnos adecuadamente para no despertar lascivia en los curas, debemos unirnos contra el mal, debemos estar prestos para recibir vacunas, debemos hablar bien del país, debemos apoyar sin condiciones un gobierno ilegítimo, debemos hacer todo aquello que los dirigentes formales del gobierno no saben y no desean hacer.

Pero territorio que no ocupas lo ocupa el enemigo, reza un adagio militar. Y nuestro territorio está ocupado por las fuerzas del crimen bien organizado. Y el territorio de la economía está en manos de los monopolios, extranjeros y mexicanos. Y la entrada al territorio mexicano está controlado por el Departamento de Aduanas estadounidense, porque se decidió que la visa gringa es el documento por excelencia para entrar a México. Y el territorio de la política está en manos de los empresarios y sus representantes en el Congreso. Y el territorio de la vida social lo ocupa la iglesia católica, con pederastia o sin ella. Si nuestras angustias se refieren al crédito bancario, faltaba más, el 95% de la actividad financiera la realizan los bancos extranjeros.

Ya no es insinuada ni gentil la intervención norteamericana en nuestro país. Si deseamos datos sobre la guerra contra el narco acudimos a Carlos Pascual. Si el tema es la despenalización de la mariguana consultamos a Janet Napolitano, si hay que decidir el destino de los soldados en las calles, seguramente el FBI o la DEA sabrán qué hacer. El resultado –hasta el día de hoy- de la patente insuficiencia política (y mental) de Calderón y sus seguidores, es la presencia omnímoda y cada día más incómoda de los intereses gringos en México. Ya César Gaviria nos recordó el hado que llevó a Colombia a tener instaladas siete bases militares extranjeras y vivir en la sumisión completa al gobierno norteamericano.

Y el ingenuo de Sabina descalificando a El Chapo Calderón. Que vá.

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