La Cruzada Nacional contra el Hambre, anunciada por Peña y
la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles hacia fines de enero, ha
sido objeto ya de muchos comentarios, sobre todo acerca de su pertinencia, de
su importancia así como de las causas del hambre nacional. Al gobierno federal
le ha resultado políticamente muy rentable la oferta de combatir la pobreza mediante
la presunta mejoría alimentaria de 7.4 millones de los muy pobres. Sin embargo
poco se dice de los verdaderos alcances de la Cruzada y nada acerca de su
financiamiento. Poco esperamos también de la comparecencia de Doña Rosario en
el Congreso.
Estamos ante un programa de gobierno donde las palabras
fluyen enfurecidas, justamente en sentido inverso de las acciones emprendidas,
donde nada se muestra. Peña necesita mucho ruido para afirmar en el imaginario
de los escuchas un programa que prácticamente no existe y no se le ha marcado
horizonte alguno, salvo el geográfico. Y cuando digo mucho ruido me refiero a
la grandilocuencia de los funcionarios y los eternos apoyadores del poder, a
quienes por aplaudir se les paga. Y es que muchos ya estamos cansados de la
demagogia oficial que en nada ayuda al urgente debate nacional.
Según el jefe del gobierno federal, la Cruzada se focalizará
en 400 municipios, “en donde todas las Secretarías de Estado habrán de
participar”, lo que fortalecerá las capacidades productivas regionales e
incorporará a los grupos comunitarios beneficiados.
Rosario Robles es todavía más ambiciosa cuando hablar de
hambre se trata. Los resultados de la Cruzada serán, según sus cuentas: 1. Cero
hambre, 2. Eliminación de la desnutrición infantil, 3. Incremento en la
producción de alimentos e incremento del ingreso de los productores, y 4.
Impulso a la participación ciudadana. Como diría el buen Gil Gamés ¿No les
parece un poco demasiado?
El concepto de pobreza alimentaria también se está modificando, por lo que los 22 millones de compatriotas con hambre son aquellos que, “Disponen de un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo”. Lo que esa clasificación significa, según el propio Coneval, es que aun al hacer uso de todo su ingreso en la compra de alimentos no pueden adquirir lo indispensable para tener una alimentación adecuada.
El número de pobres con hambre es igual a la población conjunta de los estados de México, Chihuahua, Jalisco, Guerrero y el Distrito Federal o a la de todos los habitantes del medio rural, aunque por lo pronto la Cruzada empieza en 400 municipios de un total de 2,440. Tan solo Oaxaca cuenta con 570. Atendiendo a las odiosas comparaciones que tanto gustan a los gobernantes, debemos recordar que Brasil redujo la pobreza extrema en 22 millones de personas tan sólo en los últimos dos años. En el mismo lapso nosotros la incrementamos en tres millones. Pero vamos sobre hambre cero y cero desnutrición infantil ¿no, Lic. Robles?
La prioridad contra
el hambre está centrada en incrementar el ingreso nacional, pero a alguien se
le olvidó esto y para 2013 nuestro presupuesto inercial (no lo olvidemos) no
ofrece posibilidad alguna de mayor crecimiento. Mientras esperamos la reforma
fiscal, que realmente debía llamarse hacendaria, no hay recursos para sufragar
una Cruzada diseñada entre los ajetreos del recién llegado a Los Pinos y de una
que otra buena intención. ¿Y entonces? ¿Cómo piensa el gobierno hacer frente a
un programa tan importante para el país?
Fácil, de una
manera brutalmente oculta tras los dicho por Peña: “Se trata de alinear,
de hacer converger las acciones, los proyectos, las tareas de todas las
dependencias del gobierno de la República,
para que realmente focalicemos nuestra atención a los municipios y a las
zonas de mayor pobreza y carencia alimentaria’’. Esta inercia presupuestal se
llama Programa Especial Concurrente (PEC), un apartado del Presupuesto de
Egresos donde se detallan los programas y recursos que las dependencias
federales aplican, de una forma o de otra, en el medio rural y que deberían
articularse para alcanzar algún impacto. Es el teletón de la federación para el
medio rural. Todos ponen, pero para la parcela del compadre.
El PEC 2013 se estimó originalmente en 332 mil millones de
pesos, Peña ha anunciado que “alineará” 70 de esos programas en la Cruzada
Nacional contra el Hambre, hasta sumar 295 mil millones de pesos. Buena
intención. El PEC jamás ha sido alineado en sentido alguno, es una bolsa de
recursos públicos confeccionada a gusto de cada dependencia y así es ejercida.
La mayoría de sus programas requiere cumplir Reglas de Operación, lo que
rigidiza o de plano imposibilita un ejercicio transversal del dinero, como
asegura el Lic. que sucederá. Imposible pensar que no lo sabe y menos aún saber
cómo lo hará. Seguramente recurrirá a la “sociedad civil”, como todo teletón.
Me quedo con el comentario de
Gustavo Gordillo acerca de las diferencias que marcan el éxito del
programa Brasil sin Miseria: “en Brasil hubo un mucho mayor crecimiento
económico sostenido, mayores empleos generados, un sistema muy amplio de
créditos a las actividades de pequeños productores en el campo y en la ciudad y
un propósito deliberado de reducción de la desigualdad.”
Aquí esperamos lo mismo de siempre.