viernes, 16 de abril de 2010

En los ojos de los muertos

En los ojos abiertos de los muertos
¡qué fulgor extraño, qué humedad
ligera!
Tapiz de aire en la pupila inmóvil,
velo de sombra, luz tierna.

En los ojos de los amantes muertos el
amor vela.
Los ojos son como una puerta
infranqueable, codiciada, entreabierta.

¿Por qué la muerte prolonga a los
amantes,
los encierra en un mutismo como de
tierra?

¿Qué es el misterio de esa luz que llora
en el agua del ojo, en esa enferma
superficie de vidrio que tiembla?

Angeles custodios les recogen la
cabeza.

Murieron en su mirada,
murieron de sus propias venas.

Los ojos parecen piedras
dejadas en el rostro por una mano
ciega.
El misterio los lleva.
¡Qué magia, qué dulzura
en el sarcófago de aire que los encierra!

Jaime Sabines

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