sábado, 31 de enero de 2009
miércoles, 28 de enero de 2009
martes, 27 de enero de 2009
GRANDES DECISIONES
lunes, 26 de enero de 2009
El infierno de Calderón
Se encuentran Felipe Calderón, George Bush y la reina de Inglaterra en el infierno. Bush le contaba a la reina de Inglaterra que había un teléfono rojo en el infierno y que iba a hablar con el diablo para pedirle autorización para usarlo. Rápidamente fue y le pidió al diablo permiso para hacer una llamada a los Estados Unidos para saber cómo se quedaba el país después de su partida. El diablo le concedió la llamada y habló durante 2 minutos. Al colgar el diablo le dijo que de su llamada eran 3 millones de dólares; Bush hizo un cheque y la pagó.
sábado, 24 de enero de 2009
CANTINFLEANDO CON DINERO AJENO
jueves, 22 de enero de 2009
QUE NO LE DIGAN, QUE NO LE CUENTEN
Artículo publicado hoy en El Universal
Rogelio Ramírez de la O
¿Sólo seis meses de recesión?
Por alguna razón los organismos empresariales están pronosticando que la recesión que hoy sufre México sólo será aguda por seis meses y en el segundo semestre las cosas mejorarán. No es claro por qué los organismos se comprometen con algo tan irrealista.
La crisis estadounidense seguirá marcando la pauta de esta recesión en México, y en Estados Unidos aún falta mucho por empeorar. De ahí que Bank of America, que apenas el 1 de enero selló el acuerdo con su gobierno para absorber a Merrill Lynch condicionado a apoyo gubernamental de 25 mil millones de dólares, ahora menciona querer deshacer esta operación al asustarse por las enormes pérdidas de Merrill. Y solicita al gobierno otros 15 mil millones. Merrill Lynch es por cierto el banco que calificó la economía de México como más sólida que la de Japón, Inglaterra o Brasil.
Tanto este banco como Citigroup y otros se encaminan a una segunda ronda de pérdidas, en realidad una segunda bancarrota, pues la economía real ya comenzó a golpear sus balances no sólo con hipotecas, sino con otros créditos.
Las pérdidas que faltan son enormes:
—quiebras de municipios, golpeados por la caída de recaudación y las pérdidas de ingreso de sus contribuyentes;
—falta de pago de hipotecas hasta hace poco de bajo riesgo;
—quiebra de proyectos de bienes comerciales y desarrollos urbanos;
—quiebras corporativas, en especial las que compraron a otras empresas a precios altos con mucha deuda durante 2006-2007;
—quiebra de más bancos;
—caída de utilidades de empresas activando opciones de seguro contra riesgo de pago en un mercado de dichas opciones de 30 billones de dólares (más de dos veces el PIB de EU).
Y en el resto del mundo:
—riesgos para los bancos europeos en economías de Europa del este;
—estallamiento de burbuja de vivienda en Irlanda y España, con grandes costos fiscales;
—la burbuja de sobreinversión en China, con gran exceso de capacidad y alto desempleo;
—otras burbujas en países del Medio Oriente, especialmente en bienes raíces;
—retiros masivos de los fondos de cobertura, tenedores importantes de acciones y bonos.
El programa económico del presidente Obama no podrá impedir que esta recesión se profundice. Pronto veremos que los 825 mil millones de gasto para dos años son insuficientes.
Con mucha mayor razón las políticas monetaria y fiscal en México no pueden generar una recuperación ni siquiera en 2010. El Banco de México ya comenzó a reducir las tasas de interés y eso está bien. Sin embargo, tendría que tolerar más inflación pues la depreciación del peso va a empujarla.
En cuanto a la política fiscal, es fácil decir para algunos que nuestro déficit fiscal debe aumentar a 5% del PIB para acomodar más gasto público, pero no es realista. La razón es que no habrá financiamiento internacional para este monto. Tanto Estados Unidos como los países europeos van a inundar el mercado con sus emisiones de bonos, tan sólo el primero por cuando menos 2 billones de dólares (más de dos veces el PIB de México).
La única forma hoy factible de utilizar la política fiscal constructivamente es con un poco más de gasto público bien direccionado, pero sobre todo reasignando el gasto burocrático a inversión, vivienda, apoyos a empresas y empleos, y programas sociales. Cuando menos 10% de ese gasto es hoy dispendioso o improductivo en algún grado. El gobierno podría tener 300 mil millones de pesos tan sólo por esta vía. Esto es lo que los organismos empresariales deberían estarle pidiendo que hiciera, antes que pronósticos.
miércoles, 21 de enero de 2009
LECTURA OBLIGADA
Discurso de Barak Obama en su toma de posesión.
Agradezco al presidente Bush los servicios prestados a nuestra nación, así como por la generosidad y cooperación mostradas a lo largo de esta transición.
Cuarenta y cuatro estadunidenses han prestado hasta ahora juramento presidencial. Lo han hecho en periodos de prosperidad y en medio de las calmas aguas de la paz. Sin embargo, de vez en cuando el juramento fue pronunciado bajo nubes amenazantes y fuertes tormentas.
En esos momentos, Estados Unidos ha mantenido el rumbo no sólo gracias a la pericia o la visión de sus dirigentes, sino también porque, nosotros el pueblo, mantuvimos la fe en los ideales de nuestros padres fundadores, y fuimos respetuosos de nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Así deberá ser con esta generación de estadunidenses.
Es bien sabido que estamos en medio de una crisis. Nuestra nación está en guerra, contra una amplia red de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente afectada, como consecuencia de la avaricia e irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestro fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles y en preparar a la nación para una nueva era. Se han perdido hogares, puestos de trabajo, varias empresas debieron cerrar. Nuestro sistema de salud es demasiado costoso, nuestras escuelas dejan de lado a muchos de nuestros niños, y cada día hay nuevas evidencias de que la forma en que utilizamos la energía fortalece a nuestros adversarios y amenaza a nuestro planeta.
Estos son indicadores de la crisis, basados en datos y estadísticas. Menos mensurable pero no menos profunda es la pérdida de la confianza en nuestro país, alimentada por el temor de que el declive de Estados Unidos es inevitable, y que la próxima generación deberá reducir sus expectativas.
Hoy les digo que los desafíos que enfrentamos son reales. Son graves y numerosos. No serán superados fácilmente o en un corto periodo. Pero sepan esto, estadunidenses, ¡serán superados!
En este día nos reunimos porque elegimos la esperanza en lugar del temor, la unidad de objetivos en lugar del conflicto y la discordia. En este día, proclamamos el fin de las reivindicaciones efímeras y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas perimidos, que por demasiado tiempo han lastrado nuestra política.
Seguimos siendo una nación joven, pero como dicen las Escrituras, llegó el momento de dejar de lado los juegos infantiles. Llegó el momento de reafirmar nuestra fortaleza de carácter, de elegir la mejor parte de nuestra historia, de apelar a nuestras virtudes, a esta noble idea transmitida de generación en generación: la promesa dada por Dios de que todos somos iguales, todos somos libres, y todos merecemos la oportunidad de buscar toda la felicidad posible.
Reafirmando la grandeza de nuestra nación, comprendemos que la grandeza nunca está asegurada. Debe ser ganada. Nuestro sendero jamás estuvo hecho de atajos, y nunca nos contentamos con menos. No ha sido el camino para los timoratos, para los que prefieren el placer en lugar del trabajo, o buscan solamente las delicias de la riqueza y la fama.
Por el contrario, han sido los que se arriesgan, los emprendedores, los que hacen cosas –algunos conocidos, pero más frecuentemente hombres y mujeres cuyo trabajo es desconocido–, los que nos impulsaron en el largo y difícil sendero hacia la prosperidad y la libertad.
Por nosotros, recogieron sus pocas pertenencias y viajaron a través de océanos en busca de una nueva vida. Por nosotros, trabajaron en inhóspitos talleres y se asentaron en el oeste, resistieron latigazos y labraron la dura tierra. Por nosotros, lucharon y murieron, en lugares como Concord y Gettysburg; Normandía y Khe Sahn.
Una y otra vez esos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta que sus manos se llenaron de llagas, para que nosotros pudiéramos vivir una vida mejor. Ellos vieron a Estados Unidos más grande que la suma de sus aspiraciones individuales, más grande que todas las diferencias de nacimiento o riqueza o facciones.
Esa es la vía que proseguimos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando comenzó esta crisis. Nuestras mentes no son menos creativas, nuestros bienes y servicios no menos necesitados de lo que lo eran la semana pasada o el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad se mantiene intacta. Pero han acabado los tiempos del inmovilismo, de la protección de intereses mezquinos y de la dilación de decisiones difíciles. A partir de hoy debemos levantarnos, sacudirnos la desidia, y recomenzar la tarea de reconstruir el país.
Porque donde sea que miremos, hay trabajo que hacer. El estado de nuestra economía llama a la acción, enérgica y rápida, y actuaremos, no solamente para crear nuevos empleos, sino para sentar nuevas bases para el crecimiento. Construiremos las calles y los puentes, la red eléctrica y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio, y que nos unen. Devolveremos la ciencia a su debido lugar, y usaremos las maravillas de la tecnología para incrementar la calidad de nuestro sistema de salud y reducir su costo.
Domaremos el Sol y los vientos y la tierra para alimentar nuestros vehículos y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y colegios y universidades para enfrentar los desafíos de la nueva era. Podemos hacer todo eso, y todo eso lo haremos.
Ahora, hay algunos que ponen en duda el alcance de nuestras ambiciones, que sugieren que nuestro sistema no puede generar demasiados planes. Su memoria es corta. Olvidaron lo que este país ya hizo, lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un objetivo común, y la necesidad al coraje.
Lo que los cínicos no llegan a comprender es que el suelo se ha abierto bajo sus pies, que los viejos argumentos que tanto tiempo se nos impuso ya no tienen validez. La cuestión que ahora nos planteamos no es si nuestro gobierno es demasiado grande o demasiado pequeño, es saber si funciona, si ayuda a las familias a hallar trabajo y sueldos decentes, a tener cuidados médicos asequibles, y una jubilación digna. Cuando la respuesta sea afirmativa, seguiremos adelante. Cuando sea negativa, pondremos fin a esos programas.
Y a quienes entre nosotros manejamos el dinero público se nos debe pedir cuentas –para gastar de forma sensata, acabar con los malos hábitos y ser transparentes–, porque sólo entonces podremos restaurar la vital confianza entre el pueblo y su gobierno.
Tampoco se trata de preguntarse si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y extender la libertad es incomparable, pero esta crisis nos ha recordado que, sin una atenta vigilancia, el mercado puede descontrolarse, y que una nación no puede ser próspera cuando sólo favorece a los más ricos.
El éxito de nuestra economía no ha dependido solamente de la importancia de nuestro producto interno bruto, sino también de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad para ofrecer oportunidades a quienes lo desean, no por caridad, sino porque es el camino mas seguro para alcanzar el bien común.
Para nuestra defensa común, rechazamos por falsa la opción entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, que se enfrentaban a peligros difícilmente imaginables, elaboraron una Constitución sometida al imperio de la ley y a los derechos humanos, una norma que se ha perpetuado generación tras generación. Aquellos ideales aún iluminan el mundo, y no renunciaremos a ellos por intereses turbios.
Así, digo a todos los demás pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales hasta el pequeño pueblo donde mi padre nació: sepan que Estados Unidos es amigo de cada nación y de cada hombre, mujer y niño que busca un futuro de paz y dignidad, y que estamos dispuestos a ejercer nuestro liderazgo una vez mas.
Recuerden que las precedentes generaciones se enfrentaron al fascismo y al comunismo no solo con tanques y misiles, sino también con resistentes alianzas y sólidas convicciones. Comprendieron que solamente nuestro poder no podría protegernos, ni permitirnos hacer lo que quisiéramos. En cambio, comprendieron que nuestro poder es mayor cuanto más prudente es; que nuestra seguridad emana de la justeza de nuestra causa, de la fuerza de nuestro ejemplo, y de las cualidades de la humildad y la moderación.
Somos los continuadores de este legado. Guiados por esos principios una vez más, podemos superar estas nuevas amenazas que requieren incluso un mayor esfuerzo, mayor cooperación y comprensión entre naciones.
Comenzaremos a dejar responsablemente Irak a su pueblo, y a forjar una paz duramente ganada en Afganistán. Con viejos amigos y ex adversarios, trabajaremos incansablemente para reducir la amenaza nuclear, y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No nos disculparemos por nuestro estilo de vida, ni vacilaremos en su defensa, y a quienes tratan de hacer avanzar sus objetivos provocando el terror y matando a inocentes, les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no puede ser doblegado, que sobreviviremos a ellos y los derrotaremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multicultural es una fuerza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes y de no creyentes. Estamos integrados con todos los idiomas y culturas, llegados de cada rincón de esta Tierra, y porque probamos el amargo sabor de una guerra civil y de la segregación, y emergimos de ese oscuro capítulo más fuertes y más unidos, no podemos dejar de creer que los viejos odios deben ser superados algún día, que las divisiones tribales deberán disolverse pronto, que en la medida en que el mundo se hace más pequeño, nuestra humanidad común deberá revelarse, y que Estados Unidos debe jugar un papel para orientarnos hacia una nueva era de paz.
Con el mundo musulmán, buscaremos un nuevo enfoque para avanzar, basado en el interés y el respeto mutuos. Aquellos líderes del mundo que buscan alentar los conflictos o atribuir los problemas de nuestras sociedades a Occidente, sepan que sus pueblos los juzgarán por lo que puedan construir, no por lo que destruyan.
Quienes se mantienen en el poder a través de la corrupción, la mentira y silenciando a la disidencia, sepan que están en el lado equivocado de la historia, pero que les extenderemos la mano si están dispuestos a aliviar el cerco.
A los pueblos de las naciones pobres, prometemos trabajar con ustedes para hacer florecer sus cultivos y que fluya el agua limpia, para nutrir cuerpos hambrientos y alimentar espíritus voraces.
A aquellas naciones que como nosotros gozan de una relativa abundancia, les decimos que no podemos permitirnos la indiferencia ante quienes sufren en nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta sus efectos. Porque el mundo ha cambiado y debemos cambiar con él.
Cuando consideramos el camino que se abre ante nosotros, recordamos con humilde gratitud a los valerosos estadunidenses, que en este mismo momento, patrullan distantes desiertos y remotas montañas. Tienen algo que decirnos hoy, al igual que los héroes caídos que yacen en Arlington a través de los tiempos. Les rendimos honores no solamente porque son los guardianes de nuestra libertad, sino porque representan el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar un significado en algo que los trascienda.
Y en este momento –un momento que definirá a una generación– es precisamente ese espíritu el que debe habitarnos a todos.
Porque por mucho que un gobierno pueda y deba hacer, es finalmente la fe y la determinación del pueblo estadunidense lo que sostiene a esta nación. Es la amabilidad de acoger a un extraño cuando los diques se rompen, la solidaridad de los trabajadores que prefieren trabajar menos horas para que un amigo no pierda su trabajo lo que nos guía en las horas oscuras. Es el coraje de un bombero que corre hacia un edificio humeante, pero también la determinación de los padres de alimentar a su hijo, lo que finalmente decide nuestro destino.
Nuestros desafíos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los enfrentamos pueden ser nuevos. Pero todos estos valores de los cuales depende nuestro éxito –trabajo duro y honestidad, valor y lealtad, tolerancia y curiosidad, lealtad y patriotismo– son antiguos. Esos valores son verdaderos. Han sido la fuerza silenciosa del progreso a lo largo de nuestra historia.
Lo que se nos pide es, pues, un retorno a esas verdades. Lo que se requiere de nosotros ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, por parte de cada estadunidense, de que tenemos deberes para con nosotros mismos, deberes que no aceptamos a regañadientes, sino que los acogemos de buena gana, firmes en la convicción de que nada es tan satisfactorio para el espíritu, tan decisivo en nuestro carácter, como dar todo de nosotros ante una tarea difícil.
Éste es el precio y ésa es la promesa de la ciudadanía. Ésta es la fuente de nuestra confianza: saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.
Éste es el significado de nuestra libertad y nuestro credo: por qué hombres, mujeres y niños de todas las razas y religiones pueden unirse en una celebración a lo largo de esta magnífica explanada, y por qué un hombre cuyo padre hace menos de 60 años no podría haber trabajado siquiera en un restaurante, puede ahora presentarse ante ustedes para hacer el juramento más sagrado.
Entonces, marquemos este día recordando quiénes somos y cuán lejos hemos llegado. En el año del nacimiento de Estados Unidos, en los meses más fríos, un pequeño grupo de patriotas se apiñaba, muriendo en los campos de batalla sobre las riberas de un río helado. La capital fue abandonada. El enemigo estaba avanzando. La nieve estaba teñida de sangre. En el momento en que la revolución era más incierta, el padre de nuestra nación (George Washington) dictó estas palabras para que fueran leídas al pueblo:
“Que se diga al mundo del futuro... que en la profundidad del invierno, cuando nada podía sobrevivir sino la esperanza y la virtud... que la ciudad y el país, acechados por un peligro común, salieron a enfrentarlo”.
Oh Estados Unidos. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de dificultades, recordemos esas palabras eternas. Con confianza y con virtud, enfrentemos una vez más esas corrientes heladas, y soportemos las tormentas que puedan venir.
Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos sometidos a prueba nos negamos a abandonar el desafío, que no nos echamos atrás ni vacilamos, y con los ojos puestos en el horizonte y con la gracia de Dios, llevamos este gran don de libertad y lo entregamos intacto a las futuras generaciones.
lunes, 19 de enero de 2009
La carne, enemigo del alma
domingo, 18 de enero de 2009
DIOS NO ES EL COPILOTO
"El Ejecutivo no ejecuta, pero invoca fe, esperanza y caridad a falta de iniciativa o credibilidad. En poco tiempo caerá en cuenta de su soledad y tendrá que descubrir la necesidad vital de alianzas y acomodos que vayan más allá del concilio de escritorio o del sobrentendido con los defensores de un status quo impresentable."Rolando Cordera
viernes, 16 de enero de 2009
Vivr Cien Años
miércoles, 14 de enero de 2009
PARTE DE VIDA
"Yo se que no soy el mismo
que cuando tenía quince años,
que ya se notan los daños
en todo mi mecanismo,
pero veo con optimismo
que una nueva vida empieza,
tengo el alma en una pieza
y aunque ya la tengo amarga,
eso sí la tengo larga
y todavía la tengo tiesa."
Dale de comer al conejito.
El Personal
Álbum: No me hallo
martes, 13 de enero de 2009
Seguridad
domingo, 11 de enero de 2009
POR LOS CAMINOS DEL SUR
Mario Di Costanzo
El flojo y el mezquino recorrerán más de tres veces el camino
Por tercera vez en menos de un año, el llamado gobierno de la “estabilidad y el empleo” ha anunciado una serie de medidas que supuestamente ayudarán a la economía a superar la tremenda crisis que golpea y daña la planta productiva del país y la economía de las familias.
Para ello, sólo basta recordar que el 3 de marzo del año pasado Felipe Calderón anunció 10 medidas a las que bautizó Programa de Apoyo a la Economía y que supuestamente permitiría que la economía mexicana superara las graves consecuencias que tendría para nosotros el deterioro de la actividad económica en Estados Unidos.
En dicho plan se incluyeron descuentos tanto en los pagos del impuesto sobre la renta (ISR) como en los del impuesto empresarial a tasa única (IETU); se habló también de otro tipo de “estímulos fiscales”, entre los que se mencionaron descuentos a las aportaciones patrimoniales del Seguro Social y descuentos a las tarifas eléctricas.
También se anunció una bolsa de 60 mil millones de pesos para apoyar a las pequeñas y medianas empresas e inversiones públicas adicionales por 40 mil millones de pesos, derivadas del Fondo Nacional de Infraestructura, así como un apoyo de 650 millones de pesos para el Sistema Nacional de Empleo.
Con respecto a este plan, en mi colaboración del 8 de marzo, titulada No que no tronabas pistolita, advertí entre otras cosas que sus 10 acciones resultarían absolutamente insuficientes para cumplir con sus objetivos y que la situación económica era mucho más grave de lo que hasta en ese momento había señalado el propio Agustín Carstens.
Señalé que Felipe Calderón debió haber propuesto un agresivo programa de desarrollo de infraestructura en municipios de alta marginación para contribuir a la generación de empleos.
Fue evidente que el Programa de Apoyo a la Economía, anunciado con bombo y platillo, resultó absolutamente inútil y la economía de las empresas y de las familias aceleró su deterioro.
Tan así fue, que el 8 de octubre del año pasado, y en medio de la debacle económica mundial, Felipe Calderón anunció su segundo plan, el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo (PICE), el cual gracias a sus inconsistencias, inoperancia y falta de congruencia en cuanto al entorno económico que proyectaba, originó, entre otras cosas, la incertidumbre que dio paso al ataque especulativo contra el peso, que culminó con la devaluación de nuestra moneda y la pérdida de más de 15 mil millones de dólares de nuestras reservas internacionales.
Sin embargo lo verdaderamente paradójico es que durante su presentación Agustín Carstens señaló: “Si bien la economía mexicana presenta condiciones estructurales sólidas y el sistema financiero no constituye un canal de contagio, el gobierno federal pone en marcha el PlCE como una respuesta oportuna y efectiva para apuntalar aún más la actividad económica en nuestro país”. Cabe recordar que a decir del propio Carstens, el PICE involucraba una bolsa por más de 255 mil millones de pesos para reactivar la economía.
Así, el pasado 7 de enero, Felipe Calderón nuevamente anunció 25 medidas a las que llamó Acuerdo Nacional en favor de la Economía y el Empleo, que son demagógicas, absurdas y resultarán insuficientes para enfrentar la crisis en la que estamos inmersos, entre otras por las siguientes razones:
La estrategia sólo congela el precio de las gasolinas, pero en un nivel en el que actualmente superan por mucho al que existe en otros países del mundo; la estrategia no plantea la reducción, ni tampoco el congelamiento del precio del diesel que es utilizado por muchos sectores productivos, como es el caso de la pesca o de los productores agropecuarios, y mucho menos de los precios de los principales artículos de consumo de la canasta básica, más aún cuando muchos de ellos han registrado incrementos superiores al ciento por ciento.
El acuerdo no otorga un incremento emergente al salario mínimo que restituya el poder adquisitivo del mismo y el cual mínimamente debía de ser de entre 12 y 15 por ciento. Se anuncian una serie de “incentivos fiscales” para que las empresas no despidan personal; sin embargo, mantiene la aplicación del impuesto empresarial a tasa única (IETU), aún cuando este impuesto tiene un fuerte sesgo contra el empleo.
Es decir, que mientras que en la mayoría de los países del mundo se buscado disminuir la carga fiscal, en el caso del programa calderonista la tasa del IETU se incrementó 0.5 por ciento.
Se busca ampliar la capacidad de retiro del fondo de ahorro de los trabajadores en caso de despido, lo que pone aún en un mayor riesgo sus pensiones futuras, esto en otras palabras implica que el costo de este apoyo a los trabajadores será con cargo a sus respectivas pensiones para su retiro.
Se deja a un lado el problema de la cartera vencida de los deudores tanto de tarjetas de crédito como hipotecarios, como es el caso del Infonavit. Conviene señalar que la única manera de caer en cartera vencida en el Infonavit es mediante la pérdida del empleo.
Resulta contradictorio e ineficiente que por un lado se han disminuido “unilateralmente” los aranceles para la importación de productos provenientes de países con los que no tenemos acuerdos comerciales, dañando enormemente a la planta productiva nacional y al empleo, y por otro lado se “establezcan incentivos fiscales” para tratar de proteger al empleo.
Se dice que Nafin y Bancomext incrementarán en 21 por ciento sus apoyos a las pequeñas y medianas empresas, pero no se hace nada para bajar las tasa de interés que convierten en prohibitivos estos apoyos.
Y de los recursos que involucra el acuerdo, que según Carstens son 120 mil millones de pesos, mejor ni hablamos porque ya no sabemos de dónde están sacando tanto dinero para financiar programas que no han servido para nada; y por ello digo que el flojo y el mezquino recorrerán más de tres veces el camino.
miércoles, 7 de enero de 2009
martes, 6 de enero de 2009
DE REYES
“por más difícil que sea la crisis económica, ésta es cíclica y quedará finalmente atrás”.Felipe Calderón Hinojosa
O mas keynesianamente, como ya se puso de moda: a largo plazo todos estaremos muertos. Empezamos el año con la verborrea incontenible, insustancial y demagógica de El Presidente.
domingo, 4 de enero de 2009
VERDADES AMARGAS
Declaraciòn a La Jornada de la madre de Laura Elena Zùñiga (fotografìa), ganadora en el certamen Nuestra Belleza Sinaloa 2008, quien fuera detenida por la PGR el 26 de diciembre del pasado año en compañìa de nueve presuntos narcos (entre ellos su novio). Segùn la nota del diario, a la joven y sus acompañantes se les encontró en posesión de dos rifles AR-15, tres pistolas, 633 cartuchos de diversos calibres, 16 teléfonos celulares y 55 mil 300 dólares. Supuestamente irían de compras a Colombia.
A esto nos referimos cuando se dice que el narco ha trasminado las estructuras sociales y de poder en Mèxico. Nada menos.
sábado, 3 de enero de 2009
DOLOR PALESTINO
viernes, 2 de enero de 2009
TERROR JUDÍO
Bienvenido el 2009.