domingo, 25 de septiembre de 2011

ESCRIBE QUE SOY ÁRABE



En momentos de gran trascendencia para el pueblo palestino, reproduzco esta poesía árabe:


ESCRIBE QUE SOY ÁRABE

Escribe

que soy árabe,

y el número de mi carnet es el cincuenta mil;

que tengo ya ocho hijos,

y llegará el noveno al final del verano.

¿Te enfadarás por ello?

Escribe

que soy árabe,

y con mis camaradas de infortunio

trabajo en la cantera.

Para mis ocho hijos

arranco, de las rocas,

el mendrugo de pan,

el vestido y los libros.

No mendigo limosnas a tu puerta

,ni me rebajo

ante tus escalones.

¿Te enfadarás por ello?

Escribe

que soy árabe.

Soy nombre sin apodo.

Espero, con paciencia, en un país

en el que todo lo que hay

existe airadamente.

Mis raíces,

se hundieron antes del nacimiento

de los tiempos,

antes de la apertura de las eras,

del ciprés y el olivo,

antes de la primicia de la hierba.

Mi padre…de la familia del arado,

no de nobles señores.

Mi abuelo era un labriego,

sin títulos ni nombres.

Me mostró el orgullo del sol

antes de enseñarme a leer.

Mi casa es una choza campesina

de cañas y maderos,

¿te complace mi condición?…

Soy nombre sin apodo.

Escribe

que soy árabe,

que tengo el pelo negro

y los ojos castaños;

que, para más detalles,

me cubro la cabeza con un kuffiah;

que son mis palmas duras como la roca

y pinchan al tocarlas.

Y me gusta el aceite y el tomillo.

Que vivo

en una aldea perdida, abandonada,

sin nombres en las calles.

Y cuyos hombres todos

están en la cantera o en el campo…

¿Te enfadarás por ello?

Escribe

que soy árabe;

que robaste las viñas de mi abuelo

y una tierra que araba,

yo, con todos mis hijos.

Que sólo nos dejaste

estas rocas…

¿No va a quitármelas tu gobierno también,

como se dice?…

Escribe, pues…

Escribe

en el comienzo de la primera página

que no aborrezco a nadie,

ni a nadie robo nada.

Mas, que si tengo hambre,

devoraré la carne de quien a mí me robe.

¡Cuidado, pues!…

¡Cuidado con mi hambre,

y con mi ira!

Mahmud Darwish

martes, 20 de septiembre de 2011

UNA DE SISMOS




A propósito de la conmemoración del sismo de 1985 en la Cd. de México, apareció esta nota en el periódico La Razón. El autor, Gil Gamés, es un seudónimo de Rafael Pérez Gay y la columna toca los temas más espinosos de una manera divertida, crítica, mordaz. La copio:

Simulacros
Gil Gamés


Gamés siguió de cerca los simulacros de de-salojo (de-de) en las oficinas públicas de la Ciudad de México. Si un temblor de 8 grados en la escala de Richter nos sacudiera como ocurrió hace 26 años, el Plan Anáhuac de la Secretaría de la Defensa entraría en funcionamiento, 25 mil policías ocuparían las calles, mil vehículos policíacos transitarían por la ciudad y cinco helicópteros sobrevolarían nuestras calles. A las diez de la mañana, seis millones de personas salieron de sus oficinas. En el Antiguo Palacio del Ayuntamiento sonó la alarma y el jefe de gobierno salió del despacho de las gobernaciones con algunos de sus colaboradores y caminó hacia un punto de encuentro sobre la plancha del Zócalo.

Nada mal, para una emergencia de esa magnitud. Gil sintió un poco de miedo, pero la sombra de la seguridad lo protegió. Con todo esto y los dedos índice y cordial trenzados para evitar la sacudida, todos estaremos más o menos listos para una eventualidad (gran palabra), ese hecho o circunstancia de realización incierta o conjetural (oh, sí).

El problema empezó cuando el secretario de Protección Civil, Elías Moreno Brizuela, afirmó que había un cambio en el paradigma. Cuando Gilga oye la palabra paradigma, unos cuantos millones de neuronas se sublevan en su cerebro. El secretario de marras (oh, sí) le vació un cubetazo de estupor a Gil al explicar que el paradigma ya cambió, y fuerte. Antes de los terremotos de Haití y de Chile, las autoridades recomendaban evacuar el edificio como alma que lleva el diablo, sin darle empellones a los viejitos, eso sí. Resulta que el Gobierno del Distrito Federal pide un repliegue dentro de los inmuebles. Como lo oyen: esperar dentro del edificio a que pase el temblorazo. Como se decía antes: ustedes no dejen de preocuparse, Gilga permanecerá dentro de sus aposentos con una serenidad que hubiera envidiado el Increíble Profesor Zobek diciendo algo como esto: se trata sólo de un movimiento telúrico de unos 8 grados, ¿alguien quiere un café?

Elías Moreno Brizuela al micrófono: “Año con año hicimos el simulacro de evacuación, bajaban del piso 20 o 30 y listo. Pero después de Haití y Chile vimos que era un error, hay que replegarse a los sitios de seguridad del edificio, ahí esperas a que pase el sismo y si al edificio no le pasó nada, sales”. Aristóteles se habría desmayado ante la lógica del licenciado Brizuela. Ciertamente si las personas que se han dado cita, o para su desgracia viven, en los pisos 20 o 30 a la hora del seísmo, pues como quiera que sea están más cerca del cielo, rogar para que la divina providencia ayude es una opción seria y profesional. Y si el edificio no sufrió daños, pues salimos, ni modo que nos quedemos adentro, eso que ni qué.

Gil empezó a ponerse nervioso y hasta tuvo una reacción alérgica en la piel cuando oyó al secretario Moreno: “Si el edificio colapsa, en la zona de seguridad, la más sólida estructuralmente, hay más posibilidades de que se forme una cápsula y ahí estén vivas muchas personas”. Virgen santa, farfulló Gamés. ¿Ya llevamos aquí unos diez días y todo bien, en la cápsula se vive bien. Mecachis. El cambio de paradigma ha puesto a Gilga como un basilisco. Las cosas antes eran más sencillas: si usted habita un edificio de departamentos o trabaja en lo alto, a la primera remecida píntese de colores. Pero eso era antes, ahora hay que ser ingeniero para encontrar la zona sólida y guarecerse en ese lugar.

La frase de Sagan logró evadirse del ático para espetar: “Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre”.
Gil s’en va

jueves, 15 de septiembre de 2011

¡VIVA MÉXICO, CABRONES!



«Mexicanos: Ya estáis en el caso de saludar a la patria independiente como os anuncié en Iguala; ya recorrí el inmenso espacio que hay desde la esclavitud a la libertad, y toqué los diversos resortes para que todo americano manifestase su opinión escondida [...] Ya me veis en la capital del imperio más opulento sin dejar atrás ni arroyos de sangre, ni campos talados, ni viudas desconsoladas, ni desgraciados hijos que llenen de maldiciones al asesino de su padre; por el contrario, recorridas quedan las principales provincias de este reino, y todas uniformadas en la celebridad han dirigido al ejército trigarante vivas expresivos y al cielo votos de gratitud [...] Se instalará la Junta; se reunirán las Cortes; se sancionará la ley que debe haceros venturosos, y yo os exhortó a que olvidéis las palabras alarmantes y de exterminio, y sólo pronunciéis unión y amistad íntima...»

Con estas palabras, el 27 de septiembre de 1821, Agustín de Iturbide, Jefe del Ejército Trigarante y autor del Plan de Iguala, ponía fin a diez años de lucha por la independencia de México. A las 9 de la noche se firmaba el Acta de Independencia del Imperio Mexicano y se integraba una Regencia de cinco miembros, encabezada por el propio Iturbide.

A los mexicanos nos gusta más celebrar el inicio de este movimiento, que originalmente estaba previsto para el 1° de octubre de 1810, pero hubo de ser adelantado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla a la primera hora del 16 de septiembre. No obstante, también es tradición celebrar este acto libertario, más conocido como el Grito de Dolores, el día 15 de septiembre a las once de la noche.

Siendo Hidalgo un cura ilustrado fue nombrado Generalísimo, aunque el jefe militar de su campaña de independencia era el Capitán General Ignacio Allende, acompañado de Mariano Abasolo, Miguel Aldama y José Mariano Jiménez. El inicio del despliegue militar fue exitoso, avanzando desde Dolores, Guanajuato, aunque no lograron tomar la capital, las fuerzas insurgentes se dirigieron hacia el estado de Hidalgo, donde las diferencias estratégicas militares entre Allende y el cura desplazaron a Miguel Hidalgo, quedando Allende al mando de las tropas. Siguieron, en diferentes frentes a Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Coahuila.

Esta primera y difícil etapa de nuestra independencia finalizó el 21 de marzo de 1811 cuando fueron presos en Acatita de Baján, estado de Coahuila, Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez junto con otros miembros más de la insugencia. Los presos fueron fusilados en Monclova y Chihuahua. Las cabezas de Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez fueron colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de Granaditas, permaneciendo a la vista de los habitantes hasta 1821.

El grito de Dolores pronunciado por Miguel Hidalgo fue: "Viva la Virgen de Guadalupe, Viva la América española, viva Fernando VII, viva México! viva México! viva México!" Esto se ha cambiado por la mención de los héroes que iniciaron la gesta heroica.

Aunque el gobierno derechista que nos abruma no deja respiro para vivir en paz esta fecha, los mexicanos seguiremos vitoreando a los libertadores, quizá en espera de una segunda liberación.

¡Viva México, cabrones!

domingo, 11 de septiembre de 2011

¡VIVA SALVADOR ALLENDE!



Muchos conmemoran hoy la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Un suceso escandaloso, sin duda, pero ajeno del todo al sentimiento e intereses de los pueblos latinoamericanos. El espectacular derribo del World Trade Center, presumiblemente realizado por Al Quaeda, solo fue el pretexto para que el gobierno norteamericano simulara una conspiración mundial contra la democracia, invadiera Irak asesinando a más de 30 mil pobladores en busca del petróleo de Kuwait e Irak y a diez años del espectacular derribo el ejército gringo sigue en Afganistán.

No, los pueblos de Latinoamérica traemos a la memoria la muerte de Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile, el 11 de septiembre de 1973. En este caso los enjuiciados son los mismos norteamericanos que hoy lloran el presunto atentado de Al Quaeda, quienes intervinieron abiertamente el proceso chileno, desestabilizando la economía, azuzando a la población y organizando un golpe de estado, todo financiado a través de la compañía telefónica ITT, que era manipulada por la CIA.

El 11 de septiembre chileno, el General Augusto Pinochet, recién nombrado jefe de las fuerzas armadas traicionó su palabra y su patria, dirigiendo el ataque militar contra el Palacio de la Moneda, donde Allende resistía sus últimos minutos como presidente constitucional. A partir de ese momento en Chile se abrió una era de tortura, represión y exilio y el país se convirtió en un escaparate de la economía neoliberal como experimento. Como bien lo menciona Marcos Roittman hoy en La Jornada: “Significó la pérdida de la democracia, de la libertad política conseguida con mucho esfuerzo. Ya nada sería igual, instaurándose un régimen de oprobio, muerte, corrupción y desigualdad”.

Allende, un político comprometido desde joven con las causas populares, buscó cuatro veces la presidencia de Chile, en 1952, 1958, 1964 y finalmente triunfó en las urnas en 1970, con apenas el 36% de la votación, apoyado por la Unidad Popular, proponiendo la “vía chilena al socialismo”. La primera acción trascendente fue la Nacionalización de la Minería, con lo cual afectó los intereses norteamericanos de las empresas Anaconda y Kennecott.

En 1971 impulsó la reforma agraria mediante la expropiación de dos millones de hectáreas. El programa chileno hacia el socialismo desató la ira del gobierno de Nixon en EU y desde la misma toma de posesión de Allende ya estaban en marcha el plan para derrocarlo. La CIA organizó la oposición a la Unidad Popular y a fines de 1971 el gobierno allendista padecía la manipulación internacional del precio del cobre, las presiones de los grupos económicos, el desabasto de productos básicos, déficit presupuestal e inflación. Allí nacieron las protestas de amas de casa haciendo sonar cacerolas que nuestros ignaros izquierdistas recuperan hoy desde su propio olvido.

Debilitada la economía, con el Congreso en contra y la Unidad Popular dividida, los gringos culminaron la tarea de zapa que venían realizando desde años atrás y a las 11 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet cercó el Palacio de la Moneda y pidió que Allende renunciara y saliera del país. La respuesta del camarada Presidente quedó para la historia en su último discurso:

“Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.. Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición.. Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

“¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

“Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”

Por estas razones conmemoramos hoy al Compañero Presidente Salvador Allende. El quehacer injerencista del gobierno gringo lo llevó al desastre neoyorquino de hace 10 años. 40 años antes habían destruido y capturado al gobierno chileno.




¡Viva Salvador Allende!