miércoles, 10 de febrero de 2010

EL PRIMER HOMBRE QUE MINTIÓ


Las aguas desbordadas y saturadas de heces inundan la periferia del Distrito Federal. Como siempre, los más pobres son los más afectados por las lluvias intensas de la pasada semana. Mientras los jodidos sufren, los amigos de El Presidente, acostumbrados a golpear y luego averiguar, se han dedicado a salpicar de agua negra al gobierno del DF y a gobiernos anteriores, por no realizar los trabajos de infraestructura necesarios y por negligencia. Pero no se requiere más astucia que la del Chapulín Colorado para ver que la presente administración no ha pegado un ladrillo con otro, menos ha realizado obras de infraestructura. De la negligencia de El Breve nada más hay que agregar, lo acaban de decir en Cd. Juárez: ¡Fuera Calderón!

Las explicaciones para el desastre sanitario y humano que se vive han sido variadas. Ebrard dijo que fueron lluvias “atípicas”, otros más informados señalan que es El Niño, y el Director de la Comisión Nacional del Agua sintetizó con gran lucidez: es el deshielo de los volcanes. Deshielos invernales, una síntesis atípica para niños. No de gratis este espontáneo poeta fue líder de la horda panista en el DF.

En pleno año de la reconciliación, la armonía, la unidad y el patriotismo decretado por Calderón y subrayado hoy por la metralleta de mi General Galván, y a propósito de aguas y negras y políticos pestilentes, se me vino a la mente la muy citada leyenda del Establo de Augías. Como bien lo explica la Wiki, Augías, según la mitología griega, era un rey hijo del dios Sol, Helios, que gozaba de las preferencias divinas en asuntos de la ganadería, pues su hato de bueyes se reproducía constantemente sin sufrir enfermedad alguna. Además de todo, doce toros obsequiados por el dios protegían el ganado de los animales depredadores.

Encarrerado como estaba Augías en su ganadería celestial, nunca limpió los establos y la boñiga abundaba, como hoy abunda en Los Pinos. Tanta mugre había en esos establos que Euristeo, primo de Hércules (en griego Heracles), encargado de hacerle cumplir penitencia por filicidio, impuso al héroe de las 12 tareas la de limpiar los establos de Augías en un día. Tarea por demás semejante a la que los mexicanos debemos realizar en el establo ya mencionado, a la brevedad posible.

Asi, Hércules pasó de vencedor de monstruos y semidioses a intendente de Augías. Sin embargo cumplió su quinta tarea exitosamente desviando el curso de los ríos Peneo y Alfeo hacia el interior de los establos y la escorrentía se llevó la boñiga al cauce normal de esos ríos. Todo en un día y todo digno de Hércules.

Lo que la leyenda esconde es la falta de conciencia ambiental de Hércules al contaminar el agua de los ríos. Hoy no se reconocería su logro como algo encomiable, pues asemeja al trabajo diario de los peleteros de Guanajuato, que contaminan con plomo, mercurio y cromo las aguas de las presas del Vallado Grande y de Silva, donde llegan en invierno miles de aves migratorias que mueren de botulismo.

Lo que la leyenda revela es que sí se puede, que los mexicanos podemos emprender nuestra propia tarea hercúlea de limpiar de escoria (cosa vil y de ninguna estimación, según la RAE) las instituciones nacionales tomadas por asalto por las pandillas panistas. No hay héroe a quien recurrir, sólo la movilización cívica intensa podrá arrojar esas heces a los canales de desagüe.

Sea por Helios.
PD. "El primer hombre que mintió" está tomado de un verso de una hermosa canción de Silvio.

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