martes, 16 de febrero de 2010

"DIOS DA EL AGUA PERO NO LA ENTUBA"


Hace unos días me encontré en La Lonchería una nota sobre la importancia de cuidar el consumo de agua. No es nueva la preocupación general sobre el futuro del hombre en relación a la disponibilidad de agua. Se sabe que del total del agua existente en el planeta, sólo el 3% se identifica como agua dulce, adecuada para el consumo humano. Sin embargo el 70% del agua dulce a su vez es utilizada en la agricultura y el agua dulce utilizada en la industria alcanza un 20%, lo que deja sólo un 10% del agua dulce total existente para consumo directo humano, lo que indicaría que disponemos del 0.3% del agua presente en la Tierra. Hay quienes mencionan que disponemos de un poco más, del 1%.

Sea cual fuere el volumen definitivo de agua disponible para consumo humano, el caso es que es muy poca en relación al agua del planeta. Para poner en perspectiva los volúmenes que mencionamos, hay que considerar que los mares contienen el 96.5% del agua presente en la superficie terrestre, el 3.46% está localizado en glaciares y aguas subterráneas y el restante 0.04% se localiza en lagos, humedad del suelo, atmósfera, embalses y ríos.

La nota mencionada hace referencia a un sistema de cuantificación del agua que consumimos, según nuestras preferencias alimenticias y nuestra capacidad de compra. También identifica con claridad los volúmenes de agua requeridos para la producción de los alimentos y bebidas que consumimos día con día. Por ejemplo, se dice que en la producción de 1 kg de carne se utilizan 15,500 litros de agua; para obtener una taza de café se habrán gastado 150 y para fabricar una chela se usan 75 litros. La convocatoría es pues a que le bajemos al consumo de aquellos alimentos y bebidas que demandan la mayor cantidad de agua para su elaboración. Lo cual no deja de ser importante, pero en mi punto de vista es insuficiente y es una forma de ver las cosas en los países desarrollados.

“Dios da el agua pero no la entuba”, rezaba un anuncio que vi en alguna oficina municipal de cobro del agua potable para uso doméstico. Suponiendo sin conceder que sea Dios quien nos da el agua, no sólo no la entuba sino que la hace llegar a los mantos freáticos de un modo muy particular: el ciclo del agua, que incluye las lluvias que se presentan en las partes altas de la orografía, donde la existencia de bosques densos hace posible que esa lluvia no escurra cuesta abajo deslavándolo todo, sino que se infiltre en el subsuelo recargando los mantos freáticos. Sin la presencia del arbolado la captación de agua para avenidas subterráneas disminuye drásticamente y con ello la disponibilidad para los humanos. En países como Estados Unidos el freno al consumo de agua es indispensable, los gringos viven la sociedad del consumo y del despercidio por excelencia. Con apenas el 5% de la población mundial, gastan el 25 % de la energía mundial. Y eso sí nos afecta directamente.

En países como el nuestro, como los países latinoamericanos, existe otra visión del control que se puede ejercer sobre el gasto irracional de agua. Se trata ya no de poner los focos sobre el consumo personal de agua sino en el volumen inmenso de agua que se utiliza en los procesos de transformación industrial de alimentos y bebidas, y en la relación de este consumo industrial con el ritmo de recarga de los acuíferos subterráneos. De allí depende la disponibilidad. Se parte del hecho que el agua existente en el planeta no se acaba, sino se recicla bajo diferentes formas y estados. Como lo explica la Wiki: “El Planeta Tierra presenta una superficie cubierta en un 70% por agua, estimándose que la cantidad de la misma en el mismo es de aproximadamente 1386 millones de kilómetros cúbicos, cifra que se ha mantenido casi constante y en equilibrio dinámico entre sus tres estados (sólido, líquido y gaseoso) desde el origen de la vida hasta la actualidad.”

En México el problema principal no es el consumo personal de agua sino en la disponiblidad social. El agua que no se retiene en las partes altas de las cuencas deslava los cerros, enloda los ríos y no se infiltra al subsuelo. Para que se infiltre y escurra agua limpia se necesita el mantenimiento de los bosques. Los bosques tienen dueño, la mayoría inmensa de las zonas boscosas del país es de propiedad comunal. Si los que se benefician del agua limpia en las partes bajas de las cuencas, en especial las industrias, no pagan el valor real del líquido no hay forma de mantener los bosques de las zonas altas, porque su preservación cuesta a los comuneros y estos viven en pobreza. De allí que se haya diseñado un esquema denominado pago por servicios ambientales, en el cual se procura valorar cabalmente el agua incluyendo el costo de su captación. Es un esquema incompleto porque no se ha podido obligar a los industriales (los cerveceros, los refresqueros, por ejemplo) a pagar el costo real del agua que usan y trasladar parte de ese costo hacia los dueños de los bosques y garantizar así la continuidad del ciclo del agua y la sobrevivencia de los comuneros.

Si decidimos cerrar la llave a nuestro consumo personal, justo es que los que hacen uso masivo del agua paguen su costo real.

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