XVI
El breve trecho, pero sorprendente,
que va desde la voz fresca y alada
de tu clara garganta a la callada
monocordia del coño hondo y ferviente.
Basta para que así me represente
lo que hay en ti de náyade o de hada
que lo alto vuela y en lo limpio nada,
pero fundada tenebrosamente.
Qué incomparable don que a un tiempo mismo
des a la luz tu risa y al abismo,
secretamente, valerosa, te abras,
y que a la vez te tenga en mi entusiasmo
volátil e infantil en las palabras
y temible mujer en el orgasmo.
Tomás Segovia
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