domingo, 25 de octubre de 2009

SONETOS VOTIVOS II

II

¿Qué sabes tú, que sabes tú apartada
injustamente en tu cruel pureza;
tú sin vicio, sin culpa, sin bajeza,
y sólo yo, lascivo y sin coartada?

Rompe ya esa inocencia enmascarada,
no dejes que en mí sólo el mal escueza;
que responda a la vez de mi flaqueza
y de que tú seas hembra y encarnada;

que tengas tetas para ser mordidas,
lengua que dar y nalgas para asidas
y un sexo que violar entre las piernas.

No hay más minas del Bien que las cavernas
del Mal profundas, y comprende, amada,
que o te acuestas conmigo o no eres nada.

Tomás Segovia

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