miércoles, 7 de octubre de 2009

LA PESTE NEGRA


Henos a todos aquí, sentados, contemplando los fogonazos que iluminan como las bengalas del dos de octubre el campo de batalla que se ha vuelto nuestro país. Vemos llover sin mojarnos, y como somos locos pero no pendejos no comemos lumbre, permanecemos sentados. Nuestra idea de lo que sucede a diario en la vida la bebemos con sinceridad de las notas de los artículos periodísticos y de algún que otro blog parecidamente informado; raramente citamos a pueblerinos o campesinos, amas de casa o ambulantes. Nuestra biodiversidad tiene sus límites claros. Permanecemos confortablemente lejos del sufrimiento familiar que encierra la cifra de 700 mil desempleados en los últimos ocho meses, repetimos –a veces sin pensarlo- que durante el gobierno de Felipe Calderón el número de pobres en el país aumentó en cuatro millones, y claro no nos quita el hambre saber que 20 millones de mexicanos viven en la fantástica categoría académico-política de pobreza alimentaria. Pero no logramos evitar el escalofrío universal de la muerte de 49 niños en el incendio de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora. ¡Qué va! Si somos gentuza de internet, de opiniones de café, de posts oportunos, de Twitter, chingado. Por Dios que la historia tiene basurero ( si no, debería tenerlo).

El grupo en el poder, incluyendo, desde luego, al aparato de gobierno y su representante El Presidente, está deshilachando la vida social y no lo hace gratuitamente. Las televisoras se regodean sembrando al voleo la intriga fertilizada con mentira. Los derechos individuales se quiebran al conjuro de las bayonetas y las metrallas. Los tribunales y jueces disponen lo necesario para que la ley se incumpla a favor de los delincuentes. Los asesinatos diarios ya no generan opinión sino sólo conteo. La derecha partidista serpea en los meandros de los diversos palacios. La izquierda partidista se solaza con las regalías de su docilidad frente al poder. La izquierda en movimiento se aletarga al ritmo electoral. Los intelectuales discuten sotto voce mientras la miseria lacera a grito partido. Calderón suelta la jauría contra los sindicatos y de manera abierta contra todos los trabajadores, y con ayuda de sus fieles contadores y actuarios amenaza a los contribuyentes y consumidores con profundizar las desventuras económicas presentes: la crisis que, ahora lo sabe todo mundo, México padece y padecerá más que ningún país latinoamericano. ¿Los demás? Sólo esperamos el hachazo.

La renuncia de El Presidente a ejercer sus obligaciones como Jefe de Estado ha generado un ambiente de ingobernabilidad creciente, un vacío de autoridad institucional que se llena sin pausa con los intereses de los dueños del dinero y del clero católico. El autoritarismo con el que se conducen los asuntos públicos está cultivando una irritación social cuya expresión engarza perfectamente con el camino a la ingobernabilidad. La ausencia de canales de comunicación en la sociedad está larvando la convicción de que vivimos una crisis sin remedio, sin más remedio que acabar con la rabia llevándose por delante al perro. Las flamas ya se miran y el club de amigos de El Presidente reparte fósforos y botellitas de gasolina, ¡Qué azules! Dirían en mi tierra.

¿Qué esperamos o a quién? El tsunami está a la vista aunque el Dr. Carstens no lo haya diagnosticado, es más, está presente por ausencia de diagnóstico. De Calderón nadie espera más que las invocaciones, las letanías sin auditorio y la liturgia diaria. La derecha nos abruma y en poco tiempo decidirá nuestras vidas. Aquellos que consideran que el hoy repoderoso PRI moverá un dedo para salvar la nación viven otro mundo o quizá otro planeta. Ese partido vive para el beneficio de los poderosos, allí nació y allí espera recuperar la destartalada silla presidencial, para mal de los de a pie. Sombrío mi panorama, escasas mis ilusiones. Quizá un despliegue de movilización social, con raigambre en el enramado institucional -los diputados, como en la reforma energética- pondría la voz de los mexicanos en los renglones a rehacer.
Sin mayor esperanza que tu lectura y comprensión, dilecto lector, vuelvo a mi cantaleta catártca: 1) Revocación del poder a quien nunca aprendió a ejercerlo, 2) Todos los militares a sus cuarteles, 3) Suspensión de pagos a los bancos del IPAB, y 4) Juicio político a los funcionarios venales (o sea a todos).

Sea pues y venga más.

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