jueves, 22 de octubre de 2009

DE CHAPARROS


El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informa hoy que de septiembre de 2008 a septiembre de 2009 el número de desempleados en nuestro país se incrementó en un millón de personas. Para precisar más, de un millón 900 mil personas desempleadas el año pasado, ahora tenemos 2.9 millones, es decir un 6.4 % de la población económicamente activa. Si el año pasado era muy alto el desempleo hoy lo es muchísimo. Y en el slogan de campaña El Presidente juraba que él sería el presidente del empleo. Cuanto más pronto que un cojo cae un hablador.

Hace unos meses se presentaron las cifras de pobreza nacional, se nos informó que de poco más de cien millones de mexicanos que poblamos estas tierras, la mitad vivía en pobreza patrimonial (sic) y de esos al menos 14 millones estaban en pobreza alimentaria (doble sic), lo que en lenguaje llano significa que la mitad apenas sobrevive y 14 millones apenas comen. Y se nos dijo igualmente que la cantidad de gente en pobreza crece con más rapidez que el año pasado. Será que, como canta Silvio Rodríguez, el mal tiempo trae mala fe, pero entre la crisis económica, la guerra calderonista contra el narcotráfico y el latrocinio de los ricos, la pobreza ha empeorado y no hay por qué pensar que esa situación mejorará en el corto plazo.

Los pobres son noticia, no hay duda. Lo intolerable, lo que irrita, lo que verdaderamente chinga es que los pobres sean moneda de cambio en los enjuagues políticos en que nos encontramos y que ahora cualquier tropelía, como la reciente aprobación de incremento en los impuestos, se haga en nombre de los pobres. Es la vileza jugando con la crueldad.

El Presidente no supo que hacer con tanta promesa de campaña incumplida y para justificar el incremento a los impuestos inventó uno para combatir la pobreza. Se le ocurrió proponer que toda persona que adquiriera cualquier producto comercializable pagara un incremento en el 2% de su precio y así reunir fondos para combatir la pobreza. El teletón hacendario. Semejante desfachatez no fue gratuita y nadie, pero nadie pues –ni su partido, aprobaron semejante obsenidad: incrementar el costo de la vida a los pobres en aras de combatir su propia pobreza. Ya andan los panistas viendo donde se esconden antes que Felipillo los excomulgue.

Hace unas semanas, el Secretario de Desarrollo Social, ni más pero tampoco menos, declaró que, aunque no lo creyéramos, de no aprobarse el impuesto del 2% a todo para la pobreza, en muchas familias del medio rural, algunos miembros de ellas tendrían que "saltarse una comida" o dejar la escuela para irse a trabajar. ¡El agua hervida redescubierta! Por Dios, ese es el pan de cada día en el campo mexicano desde mucho antes que este ignorante personaje naciera. Contribuyó así el mentado secretario a crear la categoría social de los saltacomidas, el más reciente eufemismo del escaso pero fervoroso vocabulario de la derecha.

El decreto de Calderón para extinguir la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, no solo fue anticonstitucional sino también cruel y ridículo. Argumentó el primermandatario que de no hacerlo, las pérdidas de la empresa (administrada por su gobierno) estancarían el desarrollo del país y que perderíamos parte de la riqueza nacional, en detrimento de los más desprotegidos, de los pobres. Habría que ver semejante desvergüenza, si todos sabemos que este señor está dedicado a venderle el país a los más protegidos, que no pudo vender Pemex porque la izquierda en movilización lo detuvo, que Luz y Fuerza tiene infraestructura para mil cien kilómetros de fibra óptica para los cuales ya tiene comprador seguro.

Previo a la vergonzante aprobación del presupuesto público para 2010, repudiado por todos (y por todos me refiero a todos menos a los que lo propusieron y aprobaron), Felipe El Breve dedicó una millonada del erario público a promover por todos los medios su impuesto para el combate a la pobreza (2% a todo), y durante dos semanas se escucharon los lamentos más extravagantes y deleznables de Calderón defendiendo su impuesto, todo por el bien de los pobres, casi amenazando con el exilio a quien no estuviera de acuerdo con tamaña burrada. En esos momentos El Chapo Calderón olvidó que su Némesis, Andrés Manuel López Obrador, tuvo como eje de su campaña presidencial la frase, legítima y económicamente correcta: Por el bien de todos, primero los pobres. Tan sencillo que habría sido sacar del presupuesto recursos para atender la pobreza lacerante que padecemos, basta con eliminar la elusión fiscal de los multimillonarios borrando las categorías especiales de tributación, que nos significan unos 500 mil millones de pesos anuales perdidos. Bastaría con declarar moratoria al pago que hacemos a los bancos en el Instituto de Protección al Ahorro. Bastaría con ser Presidente de la República, no un vulgar ratero de la banda presidencial.

No recuerdo dónde, quizá en la obra Los albañiles de Vicente Leñero, escuché la frase "Pobre del pobre que al cielo no va, se chinga aquí y se chinga allá". Nada más cierto. Y Calderón está aquí para asegurarse de que realmente se chinguen aquí.

Por eso solté la carcajada cuando supe que Porfirio Muñoz Ledo señaló en la Cámara de Diputados, al pedir la renuncia de El Presidente: “que el chaparro ponga su changarro”.


Que lo ponga y que se vaya. Salud.

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