viernes, 13 de junio de 2008

TASAS DE INTERÉS ¿MERCADO O ESTADO?


En días recientes se ha ventilado un asunto que, enmedio del tráfago de noticias y sucesos de escándalo, ha pasado relativamente desapercibido. Y es que los responsables de la hacienda pública (el Presidente y su secretario) han venido presionando al Banco de México para que baje las tasas de interés, con el argumento simplón de facilitar el acceso al dinero a aquellos empresarios que necesitan financiamiento para su actividad económica.

El Banco de México es una entidad con autonomía constitucional y no depende del Ejecutivo Federal para desarrollar su trabajo. Su trabajo consiste básicamente en conducir la política monetaria de modo que ésta contribuya a que los mercados (monetario, laboral, de bienes, etc.) se desempeñen con eficacia. Esta labor la realiza, por una parte, controlando la masa monetaria presente en la economía, y fijando las tasas de interés de referencia para el sistema financiero, buscando que este mercado, el del dinero, sea lo menos aberrante posible, lo que ya es muchísimo pedir.

El Banco de México (y su Gobernador, Guillermo Ortiz -que tanto se parece al Condorito) basa su labor en apoyar el buen funcionamiento del mercado. El mercado es el tótem de los economistas que padece nuestro país desde hace la friolera de unos 25 años. El mercado, que no es otra cosa que una elaboración mental como toda institución, suponen estos economistas que es el mecanismo básico -si no es que único- para que la economía funcione sin mayores fallas. Dejad todo a las fuerzas del mercado, pregonan, y ya vemos cómo nos ha ido. Los adictos al mercado juran que toda intromisión del Estado en los asuntos económicos distorsiona la operación de su bien más preciado, el mercado.

Es tan ideológico el tema del mercado que cuando se presenta un asunto como éste, donde el Presidente exige un movimiento de las tasas de interés, ni siquiera reparan en las barbaridades que hacen contra su propia doctrina. Calderón está pidiendo la intervención directa del Estado -a través del Banco de México- y se olvida que él mismo es un sacerdote del libre mercado. Al pedir la intervención está reconociendo tácitamente que el mercado no puede solo, está cometiendo herejía en su propia religión. La respuesta de Condorito se apega exactamente a su credo: La disminución de tasas sólo puede ser posible a partir de la competencia. O sea, del mercado. Y el Presidente, como ya es su costumbre, en la baba.

Ahí está el detalle, dijo para siempre Cantinflas.
Actualización: Mario di Constanzo nos ofrece una lúcida nota donde nos informa del retorcimiento de la información proporcionada por el Banco de México y su actuación real en torno al asunto de las tasas de interés. Por una parte Condorito declara una deflación-disminución de la tasa de inflación- para mayo, cuando no hay persona en este país que no esté aterrorizada por el alza imparable de los precios (y quizá el mismo Condorito lo hace aterrado por las rabietas recientes del presidente); y al tiempo sube las tasas de interés (contrario a lo solicitado por Calderón), en un movimiento clásico anti inflacionario, es decir reconociendo en los hechos lo que con palabras desdice.
"Tanto penar para morirse uno."

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