domingo, 11 de septiembre de 2011

¡VIVA SALVADOR ALLENDE!



Muchos conmemoran hoy la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Un suceso escandaloso, sin duda, pero ajeno del todo al sentimiento e intereses de los pueblos latinoamericanos. El espectacular derribo del World Trade Center, presumiblemente realizado por Al Quaeda, solo fue el pretexto para que el gobierno norteamericano simulara una conspiración mundial contra la democracia, invadiera Irak asesinando a más de 30 mil pobladores en busca del petróleo de Kuwait e Irak y a diez años del espectacular derribo el ejército gringo sigue en Afganistán.

No, los pueblos de Latinoamérica traemos a la memoria la muerte de Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile, el 11 de septiembre de 1973. En este caso los enjuiciados son los mismos norteamericanos que hoy lloran el presunto atentado de Al Quaeda, quienes intervinieron abiertamente el proceso chileno, desestabilizando la economía, azuzando a la población y organizando un golpe de estado, todo financiado a través de la compañía telefónica ITT, que era manipulada por la CIA.

El 11 de septiembre chileno, el General Augusto Pinochet, recién nombrado jefe de las fuerzas armadas traicionó su palabra y su patria, dirigiendo el ataque militar contra el Palacio de la Moneda, donde Allende resistía sus últimos minutos como presidente constitucional. A partir de ese momento en Chile se abrió una era de tortura, represión y exilio y el país se convirtió en un escaparate de la economía neoliberal como experimento. Como bien lo menciona Marcos Roittman hoy en La Jornada: “Significó la pérdida de la democracia, de la libertad política conseguida con mucho esfuerzo. Ya nada sería igual, instaurándose un régimen de oprobio, muerte, corrupción y desigualdad”.

Allende, un político comprometido desde joven con las causas populares, buscó cuatro veces la presidencia de Chile, en 1952, 1958, 1964 y finalmente triunfó en las urnas en 1970, con apenas el 36% de la votación, apoyado por la Unidad Popular, proponiendo la “vía chilena al socialismo”. La primera acción trascendente fue la Nacionalización de la Minería, con lo cual afectó los intereses norteamericanos de las empresas Anaconda y Kennecott.

En 1971 impulsó la reforma agraria mediante la expropiación de dos millones de hectáreas. El programa chileno hacia el socialismo desató la ira del gobierno de Nixon en EU y desde la misma toma de posesión de Allende ya estaban en marcha el plan para derrocarlo. La CIA organizó la oposición a la Unidad Popular y a fines de 1971 el gobierno allendista padecía la manipulación internacional del precio del cobre, las presiones de los grupos económicos, el desabasto de productos básicos, déficit presupuestal e inflación. Allí nacieron las protestas de amas de casa haciendo sonar cacerolas que nuestros ignaros izquierdistas recuperan hoy desde su propio olvido.

Debilitada la economía, con el Congreso en contra y la Unidad Popular dividida, los gringos culminaron la tarea de zapa que venían realizando desde años atrás y a las 11 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet cercó el Palacio de la Moneda y pidió que Allende renunciara y saliera del país. La respuesta del camarada Presidente quedó para la historia en su último discurso:

“Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.. Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición.. Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

“¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

“Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”

Por estas razones conmemoramos hoy al Compañero Presidente Salvador Allende. El quehacer injerencista del gobierno gringo lo llevó al desastre neoyorquino de hace 10 años. 40 años antes habían destruido y capturado al gobierno chileno.




¡Viva Salvador Allende!

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