viernes, 22 de febrero de 2013

TELETÓN CONTRA EL HAMBRE






La Cruzada Nacional contra el Hambre, anunciada por Peña y la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles hacia fines de enero, ha sido objeto ya de muchos comentarios, sobre todo acerca de su pertinencia, de su importancia así como de las causas del hambre nacional. Al gobierno federal le ha resultado políticamente muy rentable la oferta de combatir la pobreza mediante la presunta mejoría alimentaria de 7.4 millones de los muy pobres. Sin embargo poco se dice de los verdaderos alcances de la Cruzada y nada acerca de su financiamiento. Poco esperamos también de la comparecencia de Doña Rosario en el Congreso.

Estamos ante un programa de gobierno donde las palabras fluyen enfurecidas, justamente en sentido inverso de las acciones emprendidas, donde nada se muestra. Peña necesita mucho ruido para afirmar en el imaginario de los escuchas un programa que prácticamente no existe y no se le ha marcado horizonte alguno, salvo el geográfico. Y cuando digo mucho ruido me refiero a la grandilocuencia de los funcionarios y los eternos apoyadores del poder, a quienes por aplaudir se les paga. Y es que muchos ya estamos cansados de la demagogia oficial que en nada ayuda al urgente debate nacional.

Según el jefe del gobierno federal, la Cruzada se focalizará en 400 municipios, “en donde todas las Secretarías de Estado habrán de participar”, lo que fortalecerá las capacidades productivas regionales e incorporará a los grupos comunitarios beneficiados.

Rosario Robles es todavía más ambiciosa cuando hablar de hambre se trata. Los resultados de la Cruzada serán, según sus cuentas: 1. Cero hambre, 2. Eliminación de la desnutrición infantil, 3. Incremento en la producción de alimentos e incremento del ingreso de los productores, y 4. Impulso a la participación ciudadana. Como diría el buen Gil Gamés ¿No les parece un poco demasiado?

Muy demasiado, agregaría yo, reiterando el pleonasmo. Y es que el hambre viene junto con la pobreza y esta es resultado del nivel de ingreso personal y el ingreso se relaciona con el crecimiento económico y el desarrollo. Y vuélale que el hambre nos alcanza. Hoy, viernes 22 de febrero, viven en México 3 millones de pobres más que hace dos años, de manera que, como lo señala el Coneval el número de personas con pobreza suma ya 52 millones de mexicanos. Y contando. 

El concepto de pobreza alimentaria también se está modificando, por lo que los 22 millones de compatriotas con hambre son aquellos que, “Disponen de un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo”. Lo que esa clasificación significa, según el propio Coneval, es que aun al hacer uso de todo su ingreso en la compra de alimentos no pueden adquirir lo indispensable para tener una alimentación adecuada.

El número de pobres con hambre es igual a la población conjunta de los estados de México, Chihuahua, Jalisco, Guerrero y el Distrito Federal o a la de todos los habitantes del medio rural, aunque por lo pronto la Cruzada empieza en 400 municipios de un total de 2,440. Tan solo Oaxaca cuenta con 570. Atendiendo a las odiosas comparaciones que tanto gustan a los gobernantes, debemos recordar que Brasil redujo la pobreza extrema en 22 millones de personas tan sólo en los últimos dos años. En el mismo lapso nosotros la incrementamos en tres millones. Pero vamos sobre hambre cero y cero desnutrición infantil ¿no, Lic. Robles?

La prioridad contra el hambre está centrada en incrementar el ingreso nacional, pero a alguien se le olvidó esto y para 2013 nuestro presupuesto inercial (no lo olvidemos) no ofrece posibilidad alguna de mayor crecimiento. Mientras esperamos la reforma fiscal, que realmente debía llamarse hacendaria, no hay recursos para sufragar una Cruzada diseñada entre los ajetreos del recién llegado a Los Pinos y de una que otra buena intención. ¿Y entonces? ¿Cómo piensa el gobierno hacer frente a un programa tan importante para el país?

Fácil, de una manera brutalmente oculta tras los dicho por Peña: “Se trata de alinear, de hacer converger las acciones, los proyectos, las tareas de todas las dependencias del gobierno de la República, para que realmente focalicemos nuestra atención a los municipios y a las zonas de mayor pobreza y carencia alimentaria’’. Esta inercia presupuestal se llama Programa Especial Concurrente (PEC), un apartado del Presupuesto de Egresos donde se detallan los programas y recursos que las dependencias federales aplican, de una forma o de otra, en el medio rural y que deberían articularse para alcanzar algún impacto. Es el teletón de la federación para el medio rural. Todos ponen, pero para la parcela del compadre.

El PEC 2013 se estimó originalmente en 332 mil millones de pesos, Peña ha anunciado que “alineará” 70 de esos programas en la Cruzada Nacional contra el Hambre, hasta sumar 295 mil millones de pesos. Buena intención. El PEC jamás ha sido alineado en sentido alguno, es una bolsa de recursos públicos confeccionada a gusto de cada dependencia y así es ejercida. La mayoría de sus programas requiere cumplir Reglas de Operación, lo que rigidiza o de plano imposibilita un ejercicio transversal del dinero, como asegura el Lic. que sucederá. Imposible pensar que no lo sabe y menos aún saber cómo lo hará. Seguramente recurrirá a la “sociedad civil”, como todo teletón.

Me quedo con el comentario de Gustavo Gordillo acerca de las diferencias que marcan el éxito del programa Brasil sin Miseria: “en Brasil hubo un mucho mayor crecimiento económico sostenido, mayores empleos generados, un sistema muy amplio de créditos a las actividades de pequeños productores en el campo y en la ciudad y un propósito deliberado de reducción de la desigualdad.”

Aquí esperamos lo mismo de siempre.


 


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