domingo, 27 de septiembre de 2009

¿TE ACUNARON EN VERSOS?


Una buena nueva de la editorial Joaquín Mortiz, la publicación de un libro con cartas del poeta mexicano Jaime Sabines dirigidas a su novia, y posteriormente su esposa: Los amorosos, cartas a Chepita. La Jornada logró publicar el día de ayer un adelanto de estas novedades, que refrescan como lluvia el páramo que vive el país en estas horas amargas. Como señala con tino Carlos Monsiváis, "Es arriesgado publicar las cartas de amor de un joven de veintidós o veintitrés años, así este joven sea Jaime Sabines, el gran poeta. Pueden ser ráfagas de un temperamento alucinado, o incursiones en la cursilería de la época, acción de la que nadie, por vigilante o previsor que sea, se exime." Asumamos el riesgo de leer esta carta donde el joven poeta, prosternado por el amor a Josefa Rodríguez Zebadúa, la espera cuando ella sale al pan (chilangos dixit).


Ciudad de México, 1947


Ah, si cada vez que pasas pudiera detenerte y platicar contigo. ¡Verte de cerca, escucharte reír! Quiero aprender tu risa como he aprendido ya tu andar y tu mirada. (El conato de tu mirada, pura aproximación a tus ojos, porque jamás me miras.)

Y pasas, y siento que el aire se estremece, y todo yo, inmóvil, soy deseo y angustia y necesidad de ti.

¿Por qué eres tan hermosa? ¿Te acunaron en versos? ¿Leche de flor bebiste? ¿Quién te modeló sobre mi corazón, quién te tatuó sobre mis ojos?

Apareces en mi vida, de repente, como coronando un ideal, como concretando a todas las mujeres que he deseado, y no puedo dejarte ir, ni puedo detenerte. Te llamo, sí, te llamo y no me escuchas. Desde mi corazón te llamo; arrojo mis ojos a tu paso; trato de alcanzarte con mi silencio, inútilmente. Siempre has sido ligera y fugitiva, ajena e imposible.

Pero no puedes dejar de ser mía en ese instante en que pasas. Te poseo con todos mis anhelos, con todos mis sueños, y basta la fugacidad de tu presencia para hacerte mía de mi carne, propiedad de mi alma, habitante de mi dolor y mi esperanza.

Te quiero. Pero te quiero y te deseo; y eres inquietud, dolor, angustia; y muero y nazco todos los días para verte pasar. Y siempre eres la misma, espejismo para mi corazón, distancia y lejanía para mi sed de ti.

No sé hasta dónde me lleve este camino, este difícil camino de tu espera. No sé hasta dónde te persiga mi sangre, hasta dónde se prolongue tu encuentro. Si yo pudiera rogar, te rogaría; si supiera pedir te pediría; te diría que pronto, que vinieses a mí ahora mismo, que te necesito, que esto es urgente, imprescindible. Pero me he acostumbrado a aguardarte en silencio, deseándote, deseándote nomás; y allí en el fondo de mi alma te espero, íntimamente confío en ti, creo en ti –porque creo en mi amor, porque sé que no hay amor baldío–, y estoy como si esperara madurar una fruta, como si esperara que cayese un beso, como si esperara florecer un sueño.

Porque te quiero, linda, porque te quiero, amor. Porque eres distinta a todas las mujeres, en tu cuerpo, en tu andar, en lo que eres para mis ojos, en lo que sugieres a mi corazón. Quisiera estar junto a ti, para decir sobre tu oído: te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, y repetirlo constantemente, infinitamente, hasta que te cansaras tú de oírlo pero no yo de pronunciarlo. ¿Cómo marcártelo en un brazo? ¿Cómo sellártelo en la frente? ¿Cómo grabártelo en el corazón?

Escúchalo otra vez: te quiero. Y déjame soñar contigo indefinidamente… ¡Si supieras cómo ya eres mía hasta mi muerte!

Te esperaré mañana. Siempre te estaré esperando…

3 comentarios:

Miyita dijo...

Me llamó tanto la atención que me puse a buscar en el google, y encotré esto:
Además de contar cómo se conoció con Jaime Sabines (ambos de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas) “desde muy pequeños”, narra en la presentación Josefa Rodríguez viuda de Sabines, Chepita, que un día el poeta Marco Antonio Montes de Oca solicitó a su colega algunas de esas cartas para publicarlas, a lo cual ésta se negó: “Las cartas eran mías, no de Jaime, y sería yo quien decidiría por ellas”.


Ahora decidió hacerlo “porque deseo compartirlas con los lectores de Jaime Sabines, que vean una faceta poco conocida de él, y que sirvan para comprobar que Jaime el poeta y Jaime el hombre son en realidad la misma persona, el mismo hombre. El hombre que amé y que extraño tanto”.


Otra presentación la hace Carlos Monsiváis, quien señala que las cartas “admiten claramente su publicación porque, además de atestiguar una vitalidad amorosa en pleno desarrollo, contienen ejercicios de prosa poética con fragmentos afortunados que remiten a la gran literatura que ya escribía Sabines desde entonces.
Ya decía yo que si había autorización para publicar cartas tan privadas. Realmente que buen escritor el señor Sabines, gracias por poderlo conocer. Abrazos muchos.

el güilo dijo...

Hay pasajes en las cartas que no muchas mujeres compartirían, ni antes ni hoy:
"¿Es posible que, a estas alturas, no creas en mí? ¿O te sientas débil ante la distancia y ante el tiempo? Yo nunca te he jurado fidelidad sexual; no podría ser; es absurdo; tú misma no la deseas. El que yo ande con otra no quiere decir que deje de andar contigo. Tú estás más allá de todo esto, linda. Sería hacerte pequeña introducirte en estas pequeñeces. Tú no eres ni circunstancia ni accidente –te lo he dicho–, tú eres intimidad, esencia."
Pero la Chepita las saca a relucir.. abrazos Miyita

Miyita dijo...

Y bueno eran sus respectivos puntos de vista, supongo. Abrazos muchos Güilo