miércoles, 16 de septiembre de 2009

NI UN PESO MÁS


Ni un peso más en impuestos. Si esta frase estuviera en boca de los sindicalistas, de los estudiantes, de los burócratas, de los campesinos y de la gente de bien como la que ayer fue a la ceremonia del grito de independencia, habría alguna esperanza de que la desquiciada propuesta de presupuesto público que hizo el gobierno federal pudiera ser enterrada, como lo mencionó el senador perredista Carlos Navarrete. Para mal de los asuntos públicos la sugerencia irracional de incrementar impuestos al consumo, a la telefonía y al ingreso está en manos de un grupo de panistas y priístas que tienen la manera de controlar los votos en la cámara de diputados y que negocian el futuro del país a cambio de alcanzar el suyo propio. En esta situación es bienvenido el trabajo que concluyeron recientemente un grupo de académicos y profesionistas conocedores del tema, en el que detallan el rosario de errores que contiene la propuesta gobiernista.

Uno se pregunta ¿cómo es posible que ante la crisis económica que vivimos el gobierno proponga todo aquello que garantice que la crisis continuará? Si lo que la recuperación exige es inversión pública, generación de empleo, recreación del mercado interno, incremento del consumo, apoyo especial a las pequeñas y medianas empresas ¿en qué cabeza cabe que, ignorando todo lo anterior, sea la contracción del gasto y la inhibición del consumo una medida correcta? Son preguntas sin respuesta oficial ni razonable, vaya sin siquiera la posibilidad de debatir sobre esos temas pues el muro de incomunicación que ha construido Calderón a su alrededor es tan grande que terminará encerrado para siempre. El mejor equipo económico del mundo, como llamó El Presidente al gordito Carstens y sus seguidores en la Secretaría de Hacienda, más papistas que el Papa, ha confeccionado un presupuesto para el año entrante basado en creencias semi religiosas, como la mítica aversión al déficit. Ya los autores de la ideología del equilibrio presupuestal (que define el techo de gasto público) y de la mano invisible del mercado (que contiene la acción del Estado), muy bien ubicados en las universidades estadounidenses e inglesas han depuesto las armas ante el enorme vendabal de las finanzas que su pensamiento inspiró. Ya las autoridades hacendarias de países desarrollados o simplemente independientes del dogma del mercado están abriendo la llave de los recursos públicos como medida para detener el ciclo de la crisis actual. Nosotros seguimos rezando.

Por decisiones sin mayor fundamento que una ideología en artículo mortis, en 2010 seremos el único país de América Latina cuyo producto interno decrecerá. Como lo explicó bien Enrique Quintana, Brasil, Perú, Argentina y Chile crecerán a tasas razonablemente altas, especialmente Perú, donde los embijes financieros no alcanzaron la viscosidad de otros países, y Brasil donde la diversificación comercial y la acción vigorosa del Estado en la promoción del crecimiento vencieron las inercias impuestas por los Estados Unidos en su tristemente famoso Consenso de Washington. Los economistas oficiales en México siguen rindiendo pleitesía a la teoría económica más descabellada, la que establece que los mercados son autorregulados y regularán el desempeño económico, todo a favor del bienestar público. Y los sueños, sueños son.

Pero no hay ideología sin razones, así se trate de vencer a Satán. Para muchos es clara la forma cómo el régimen semi policíaco que El Presidente está imponiendo en el país está evadiendo su responsabilidad frente a la nación. Es ostentosa la renuncia de Calderón a su responsabilidad como Jefe de Estado, no hay ningún tema en su agenda cuyo desahogo no pretenda endosarlo a la sociedad o encomendarlo a Dios. No hay discurso en el que no invoque a los demás a cumplir lo que sólo al poder ejecutivo compete. Esto no tiene variación ninguna en el tema presupuestal y económico. Su responsabilidad no es cumplir con el dogma de los Chicago Boys de un presupuesto equilibrado, no, su obligación es sacar adelante un presupuesto que enderece la situación económica de la población, esa población crecientemente pobre que rebasa ya a la mitad de los mexicanos, un presupuesto que forme parte de un plan de emergencia económica nacional, sí contra la pobreza pero a partir de gravar más a los que más ganan y más tienen, contra la vergonzante y multimillonaria devolución de impuestos que disfrutan los ricos y que en este año asciende a 1 300 millones de pesos, como lo detalla Barranco Chavarría, y que se suman a los más de 6 mil millones entregados por Fox durante la pasada administración. La obligación constitucional de El Presidente es suspender temporalmente el pago que los mexicanos hacemos a los bancos como resultado del rescate de 1995, que frente al hoyo con el que nos asusta el gordo de hacienda, es el boquete fiscal que nos tiene sin respiro. Pero la ideología de Calderón es expresa, no deja lugar a engaños: somos un país de por y para los empresarios. Una ideología con beneficiarios directos y perjudicados permanentes.

Ni un peso más hasta no ver mejorada la distribución del ingreso, aunque vaya para largo, los que acusan prisa son los optimizadores de ganancias.

Pidamos peras al olmo, gritemos Viva México, nomás no digamos que es independiente.

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