miércoles, 27 de octubre de 2010

POLÍTICA ¿PÚBLICA?


Para vergüenza propia y de extraños, el Senado aprobó ayer la Ley de Ingresos 2011. Los diputados ya habían hecho lo suyo días antes, aprobar un ingreso público por 3.5 billones de pesos, tal cual lo envió El Ejecutivo.

Los cambios introducidos por los diputados y reiterados sin coma de por medio por el Senado, fueron de una frivolidad intensa: el déficit presupuestal se incrementó del 0.3 % sugerido por Calderón y su pandilla, al 0.5% que los diputados estimaron necesario para… al menos para hacer algo. Se incrementó el costo de la cajetilla de cigarros 7 pesos y el precio del barril de petróleo subió de 63 dólares, estimados por Hacienda, a los 65 dólares propuestos por los diputados.

Detrás de la propuesta de Felipe El Breve no existe mayor razonamiento que contar con un erario con suficiente liquidez para enfrentar el calendario electoral de 2011 y el de la presidencia en 2012 y que esa abundancia no provenga de una recaudación fiscal amplia y equitativa, sino básicamente de los impuestos indirectos y de la operación de Pemex. El otro objetivo estratégico de Felipe Calderón es mantener liquidez a la mano del panismo depredador.

Detrás de los diputados y senadores no hay intención diferente a la de El Presidente. Quizá se distingan por los candidatos a los que hay que apoyar, o los montos de que dispondrán para su bolsillo personal. El sistema de apoyos electorales, para El Breve y para los representantes populares, se asegura básicamente de las transferencias fiscales que se hacen a los gobernadores. Los gobernadores ejercen con una total discrecionalidad los recursos fiscales transferidos, sin mayores controles del gasto y menos una rendición de cuentas clara.

Los diputados de la llamada izquierda, no hicieron nada que no fuera mirar al techo mientras las sumas millonarias se ajustaban al gusto de la mayoría parlamentaria de la derecha. No hay hasta este momento ninguna propuesta de la izquierda para solventar lo que se viene, el Presupuesto de Egresos de la Federación, o sea la determinación de cómo se gastará el multimillonario ingreso previsto y aprobado en forma casi unánime por las cámaras del Congreso.

Y tenían tela de donde cortar. Aunque la economía clásica predique que en tiempos de dificultad en el crecimiento económico un incremento en la tributación no parece razonable para superar esas dificultades, lo cierto es que el monopolio económico que domina el país no reacciona a esas señales tan leves. Por eso la oportunidad de rescatar 590 mil millones de pesos de la elusión fiscal ya reconocida por el propio gobierno, era un esfuerzo político indispensable que correspondía impulsar a la izquierda.

La elusión fiscal, reconocida en la ley y practicada a mansalva por sus beneficiarios, representa un monto de ingresos mayor al que se obtiene con el IVA, y significa un poco más del 85% del total de recursos que recauda el impuesto más rendidor, que es el ISR.

Los intereses de la nación no están presentes en ninguna bancada de ningún partido. Hoy, como ayer, más que nunca, la ciudadanía carece de representación en la decisión de los asuntos nacionales. Es la venalidad y la ambición personal la brújula que guía a estas personas. Las cúpulas del poder económico ni siquiera se ocupan de cabildear acuerdos para garantizar su ganancia, los intereses del gran dinero se defienden desde Los Pinos.

Esta es una vergüenza que seguiremos padeciendo. No hay muchas esperanzas de cambiar mediante las elecciones presidenciales, no hay movimiento ciudadano poderoso que influya en las políticas públicas, no hay guerrilla que obligue un repliegue de los poderosos. La nación va a la deriva.

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