“Siempre me gana la
risa
cuando oigo hablar del
PRI”
Oscar Chávez
Las representaciones priístas recién reunidas el pasado 22 y
23 de febrero para revisar los estatutos de su partido, acordaron modificar
todo lo relativo al IVA. En concreto, decidieron eliminar las palabras: “el PRI
defiende la economía popular y no aceptará la aplicación del IVA en alimentos y
medicinas.” Y las cambiaron por otro eufemismo que mejor los oscurece: “apoyará
con todo rigor a los productores agropecuarios de nuestra nación para
garantizar la soberanía alimentaria y así contribuir a la defensa de la
economía familiar”. Claro, y yo tengo una tía con un veranito de sandías en
Guamúchil.
¿Y de dónde acá la novedad? ¿Desde cuándo los del PRI saben cuáles
son su estatutos? ¿Desde cuándo los que lo saben los respetan? Vámonos
poniéndonos de acuerdo antes que el engrudo se haga más bolas. Porque de lo que
sí no podemos olvidarnos es de la roqueseñal,
el famoso festejo priísta por el incremento al IVA, allá en marzo de 1995,
cuando el PRI promovió y ganó en el Congreso un aumento del 10 al 15% en el Impuesto
al Valor Agregado. Quizá eran los tiempos de “defensa de la economía popular”
estatutaria, quizá 18 años ya no son nada, el caso es que estas huestes vuelven
este fin de semana a lo mismo. Lo bueno es que los líderes priístas llegan como
se van, sin abrir la boca, no es su estilo, ellos votan lo que se les ordena y
rápido.
El PRI vive el momento mágico de su Pacto por México. En
este reducido entorno -que abarca a cuatro o cinco personas- es sencillo
atemorizar con viejos petates y viejas mañas. Ahora se desvive Peña por dejar
claro que el elbazo no tiene razones
políticas, siendo que no las tiene ni económicas. Los recursos mal utilizados
por La Maestra eran del SNTE, y a
menos que se clasifique ya a dicha corporación como asociación delictuosa sus
recursos y los regalos que haga con ellos siguen siendo legales. Lo ilícito es
que el gobierno haya entregado esa cantidad de recursos al SNTE y que los
procedimientos judiciales de Murillo Karam no se distingan en nada a los de
García Luna. La educación en México depende de un gobierno fuerte y un Estado
cierto, no de policías y ladrones.
Y ahora vienen tras la mentada reforma energética, envuelta
en una Estrategia Nacional de
Energía.
Tras el palo aturdidor, aparece la verdadera sustancia de la reforma energética,
la que pretende explícitamente “incentivar una mayor participación del capital
privado en el sector eléctrico y petrolero, tanto en almacenamiento y
distribución de hidrocarburos como en la refinación de crudo, en la
petroquímica y en la explotación de recursos no convencionales, como el gas shale”. Justamente lo que la Constitución prohíbe. No
preguntemos por la forma en que se realizarán semejantes operaciones, lo más
seguro, después de ver el desempeño en la explosión en el complejo
administrativo de Pemex es que se repita la fórmula de Calderón: “aiga sido
como aiga sido”.
¿Cuál es la prisa, Sr. Peña? Los privados la están pasando
de lujo, nomás que su ambición no tiene límite, no se deje usted presionar de
esas formas. Porque sí sabe usted, Lic., que los 22 grupos controladores del
país ganaron 140 mil millones de pesos en 2012, mientras que en los últimos dos
años el número de personas pobres con hambre creció en 3 millones de personas.
¿No es más lógico empezar por los que menos tienen? Porque no me dirá que el
teletón contra el hambre de doña Chayo va a resolver un ápice de ese gravísimo
problema.
La declaración oficial más divertida sobre la flamante
Estrategia es la que dice que México enfrenta retos de medio ambiente, donde los
costos a la salud y al entorno natural derivados del uso de la energía son
significativos. “Por ello, tanto en
materia de hidrocarburos como en electricidad es fundamental la participación
del sector privado”. Que alguien me
explique, por Dios. ¿Qué relación tiene la actividad ambiental depredadora de los
privados –las empresas turísticas, hoteleras y otras- con su “fundamental” participación en Pemex?
Pero tratándose de
cantinflear el huésped de Los Pinos tiene más cuerda: “..durante los últimos años
se han llevado a cabo acciones que han permitido mejorar la situación del
sector energético, entre ellas multiplicar las inversiones en exploración en
busca de hidrocarburos, lo que permitió revertir la declinación natural del
crudo y alcanzar un nivel de restitución de reservas probadas de 100 por ciento”. Séase, todo se lo
debemos a los privados, de allí la prisa por incentivar su inversión. Acaso no le han dicho a Peña la escasa propensión
a invertir en México que tienen los privados, acaso no sabe que por cada dólar que
los empresarios extranjeros invirtieron en 2012, los mexicanos que trabajan en
Estados Unidos enviaron a sus familias, vía remesas, 1.77 dólares. Por el bien
de todos, primero los pobres, Lic.
Que alguien me explique, en caridad de Dios.
A ver. La operación de Pemex en 2012 arrojó pérdidas por 34 mil millones de
pesos. La empresa ingresó un billón 72 mil millones de pesos, tuvo
costos de operación por 155 mil millones, lo que no es nada, pero el fisco le
retiró el 95.5% del ingreso y le dejó un adeudo por obligaciones financieras de
38 mil millones. Una empresa quebrada no interesa a nadie. ¿Y los
empresarios? Trabajando en contra, Sr. Peña, que le expliquen bien. En el mismo
período, el hueco en las finanzas públicas causado por la elusión del
pago de impuestos alcanzó una dimensión de 669 mil millones de pesos, más de la
mitad del monto de los recursos que Pemex aporta a la nación, en el mismo
sentido los privados mexicanos enviaron 37 mil 287 millones de dólares al
exterior. No se puede coinvertir con los enemigos.
Visto así, ¿No es más fácil poner orden en las finanzas
antes de amarrar los perros con longaniza? Desde luego que no, Videgaray ya
anunció que “es inevitable que el costo
de la energía –gasolina, gas, electricidad y otros– pueda incrementarse para el
consumidor final”. Dicho al revés, se
decidió incrementar el costo de los derivados del petróleo, dañando el ingreso
de los ciudadanos, antes que incrementar los impuestos a los ricos. Y que sigan
los gasolinazos.
Curioso nuestro caso, el gobierno considera que el desarrollo del país
demanda participación privada. Los privados prefieren invertir en el extranjero
y eluden al fisco. El gobierno amenaza con hacerlos invertir y el resto de la sociedad
estamos de voyeurs. Esperaría que
Morena levante nuevamente las consignas contra la venta de Pemex.
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