martes, 27 de marzo de 2012

"JUZGUEMOS AL PODER ENVILECIDO"



La justicia no ha llegado al caso de los niños perdidos en el incendio de la Guardería ABC, el 5 de junio de 2009, en Hermosillo, Son.; 49 pequeños muertos por la indolencia, la rapacería y la venalidad de los dueños de la guardería y de los funcionarios que lucran con el dolor humano. Pero tampoco ha llegado el olvido de semejante pérdida. Mi amigo Humberto Ruiz compuso, en los días posteriores a la tragedia, la letra y la música de lo que hoy se considera un himno como tributo a los padres y niños. Desconozco la autoría de la edición del video, la voz es la de Humberto. Lo reproduzco:




"Juzguemos al poder envilecido"

domingo, 25 de marzo de 2012

LA PARANOIA GOLPEA MÁS PROFUNDAMENTE


Reproduzco este artículo de Paul Krugman que desnuda las falacias y trampas de los ultraderechistas norteamericanos. Y es que los ultras mexicanos son idénticos, signados por la ignorancia, la soberbia y la mentira.

La paranoia golpea más profundamente

Alto, escuchen, ¿qué es eso que se oye? En realidad, es el ruido que hace un gran partido político cuando pierde lo que le queda de cabeza. Y ha ocurrido —¿dónde si no?— en los informativos de la Fox el domingo, cuando Mitt Romney aceptó sin ningún reparo la afirmación de que los precios de la gasolina están altos por culpa de un complot del Gobierno de Obama.

Esta afirmación no solo es un desvarío; es una especie de locura elevada al cubo (una mentira envuelta en un disparate revestido de paranoia). Es la clase de cosas que antes solo oíamos decir a la gente que también creía que el agua fluorada era un complot comunista. Pero ahora la teoría de la conspiración sobre los precios de la gasolina ha sido respaldada formalmente por el probable candidato republicano a la presidencia.

Antes de entrar en las repercusiones más generales que tiene este respaldo, aclaremos los hechos sobre los precios de la gasolina.

Primero, la mentira: no, el presidente Obama no dijo, como ahora afirman muchos republicanos, que quería que los precios de la gasolina fuesen más altos. Es verdad que en una ocasión dijo que un sistema de límites máximos e intercambio de derechos para las emisiones de carbono haría que los precios de la electricidad se “disparasen” (una elección de palabras desafortunada). Pero decir que un sistema así haría subir los precios de la energía era solo una afirmación objetiva, no una declaración sobre la intención de castigar a los consumidores estadounidenses. La afirmación de que Obama quería unos precios más altos es pura y llanamente una mentira.

Y es una mentira envuelta en un disparate porque el presidente de Estados Unidos no controla los precios de la gasolina, y ni siquiera puede influir mucho en esos precios. Los precios del petróleo se fijan en el mercado mundial, y Estados Unidos, que solo representa alrededor de la décima parte de la producción mundial, no puede alterar demasiado esos precios. De hecho, el reciente aumento de los precios de la gasolina se ha producido a pesar del aumento de la producción de petróleo y la reducción de las importaciones de EE UU.

Por último, está la paranoia, la creencia de que los liberales en general, y los funcionarios del Gobierno de Obama en particular, intentan hacer que conducir un coche sea inasequible como parte de un vil complot contra el estilo de vida estadounidense. Y no, no estoy exagerando. Esto es lo que uno oye decir incluso a conservadores de lo más normal.

Por ejemplo, el año pasado, George Will declaraba que el apoyo del Gobierno de Obama a los viajes en tren no tenía nada que ver con aliviar los atascos y reducir el impacto medioambiental. No, insistía, “la verdadera razón de la pasión de los progresistas por los trenes es su propósito de reducir el individualismo de los estadounidenses a fin de hacerlos más proclives al colectivismo”. ¿Quién iba a decir que Dagny Taggart, la ejecutiva ferroviaria y heroína de La rebelión de Atlas, era una roja?

Vale, todo esto tiene su gracia. Pero también da muchísimo miedo. Como Richard Hofstadter señalaba en su conocido ensayo de 1964 The paranoid style in american politics (El estilo paranoico en la política estadounidense), las teorías de la conspiración descabelladas han sido una tradición estadounidense desde que los clérigos empezaron a advertir de que Thomas Jefferson era un agente de los illuminati bávaros. Pero una cosa es tener a un sector paranoico desempeñando una función marginal en la vida política de un país, y otra muy diferente que ese sector se apodere de un partido entero, hasta el punto de que los candidatos deban compartir, o fingir que comparten, la paranoia de ese sector para recibir el visto bueno del partido en la carrera presidencial.

Y, por supuesto, no se trata solo de los precios de la gasolina. De hecho, las teorías de la conspiración proliferan con tanta rapidez que es difícil mantenerse al día. De este modo, un gran número de republicanos —y estamos hablando de figuras políticas importantes, no de un simpatizante cualquiera— cree firmemente que el calentamiento del planeta es una enorme patraña inventada por una conspiración mundial en la que participan miles de científicos, ninguno de los cuales ha roto el código de silencio. Mientras tanto, otros atribuyen la reciente mejora de las noticias económicas a un complot ruin para retener los fondos de estímulo y liberarlos justo antes de las elecciones de 2012. Y mejor no entrar siquiera en la reforma sanitaria.

¿Por qué está pasando esto? Al menos una parte de la respuesta debe de encontrarse en el modo en que los medios de comunicación de derechas crean una realidad alternativa. Por ejemplo, ¿han oído que el coste del Obamacare acaba de duplicarse? No ha sido así, pero millones de telespectadores de la Fox y seguidores de Rush creen que sí. Naturalmente, las personas que oyen hablar constantemente sobre el mal que hacen los liberales están completamente dispuestas a creer que todo lo malo es consecuencia de un ruin complot liberal. Y estas son las personas que votan en las primarias republicanas.

¿Pero qué pasa con el electorado en general? En caso de que consiga la designación como candidato, Romney intentará, como decía un desventurado asesor, borrar su pizarra mágica, es decir, eliminar el historial de sus concesiones a la derecha enloquecida y convencer a los votantes de que en realidad es un moderado. Y a lo mejor lo consigue.

Pero esperemos que no pueda, porque la clase de concesiones que ha hecho en su intento por hacerse con la designación tiene importancia. Independientemente de lo que Romney pueda creer personalmente, el hecho es que al respaldar las fantasías paranoicas de la derecha está contribuyendo a intensificar una tendencia peligrosa de la vida política de EE UU. Y debería responder de sus actos.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

sábado, 17 de marzo de 2012

MILONGA DEL QUE SE AUSENTA



Yo había escuchado esta milonga en voz del argentino Jorge "El Turco" Cafrune, no la encontré en You Tube. Pero "El que se ausenta" cantada por Zitarrosa es de excelente factura:



"Me alejo de ti, no puedo llorar,
se queda en la noche tendido mi canto,
marcando distancias."

miércoles, 14 de marzo de 2012

ESTADOS DE DEPRESIÓN



Artículo de Paul Krugman. Publicado en El País.

Últimamente las noticias económicas parecen mejores. Pero después de los falsos comienzos anteriores —¿se acuerdan de los brotes verdes?— sería absurdo dar por sentado que todo va bien. Y en cualquier caso, sigue siendo una recuperación económica muy lenta si nos regimos por criterios históricos.

Hay varias razones para esta lentitud, la más importante de las cuales es el exceso de deuda familiar que nos ha legado la burbuja inmobiliaria. Pero un factor importante para nuestra persistente debilidad económica es el hecho de que el Gobierno en Estados Unidos esté haciendo exactamente lo que tanto la teoría como la historia dicen que no debería hacer: recortar el gasto cuando la economía está deprimida.

De hecho, si no fuera por esta destructiva austeridad fiscal, nuestra tasa de desempleo sería casi con toda seguridad más baja ahora de lo que era durante una fase comparable de la recuperación en la época de Reagan, el famoso “Amanecer de EE UU”. Fíjense en que he dicho Gobierno en Estados Unidos, y no el Gobierno federal. El Gobierno federal ha estado siguiendo lo que a todos los efectos son políticas contradictorias a medida que se difuminan los últimos vestigios del estímulo de Obama, pero los grandes recortes han tenido lugar en los ámbitos estatal y local. Estos recortes estatales y locales han provocado una drástica caída tanto en el empleo público como en el gasto público en bienes y servicios, lo cual ha supuesto un pesado lastre para la economía en su conjunto.

Una forma de explicar lo severa que ha sido nuestra austeridad de facto es comparar el empleo y el gasto públicos durante la expansión económica de la era de Obama, que empezó en junio de 2009, con su trayectoria durante la expansión en la época de Reagan, que se inició en noviembre de 1982.

Empecemos por el empleo público (que tiene lugar principalmente en los planos estatal y local, con la mitad aproximadamente de los puestos de trabajo en la enseñanza). A estas alturas de la recuperación de Reagan, el empleo público había aumentado un 3,1%; esta vez, ha descendido un 2,7%.

A continuación, fijémonos en las adquisiciones públicas de bienes y servicios (excluyendo las transferencias a individuos, como las prestaciones por desempleo). Ajustadas a la inflación, en esta fase de la recuperación de Reagan, estas compras se habían incrementado en un 11,6%; en esta ocasión, han disminuido un 2,6%.

Y las diferencias persisten incluso si incluimos las transferencias, algunas de las cuales se han mantenido elevadas precisamente porque el desempleo sigue siendo tan alto. Ajustado a la inflación, el gasto en la época de Reagan creció un 10,2% en los primeros 10 trimestres de la recuperación, mientras que el gasto con Obama solo ha sido del 2,6%.

¿Por qué aumentó tanto el gasto público con Reagan, a pesar de su retórica de gobierno reducido, mientras que ha retrocedido con el presidente que tantos republicanos insisten en que es un socialista encubierto? En el caso de Reagan, se debe en parte a la carrera de armamentos, pero principalmente a que los Gobiernos estatales y locales hicieron lo que se supone que tienen que hacer: educar a una población cada vez más numerosa de niños e invertir en infraestructuras para una economía en expansión.

Sin embargo, con el presidente Obama, la precaria situación fiscal de los Gobiernos estatales y locales —como consecuencia de una recesión sostenida, que a su vez fue causada en gran medida por la explosión de deuda privada anterior a 2008— ha obligado a imponer unos recortes del gasto forzosos. La difícil situación fiscal de los Gobiernos de menor nivel podría y debería haberse visto aliviada por la ayuda de Washington, que sigue teniendo la posibilidad de obtener préstamos con unos tipos de interés increíblemente bajos. Pero esta ayuda nunca se ha proporcionado en una escala ni remotamente adecuada.

Esta mala práctica política está haciendo un doble daño a EE UU. Por un lado, está ayudando a perder el futuro, porque eso es lo que pasa cuando se descuidan la educación y la inversión pública. Al mismo tiempo, nos está haciendo daño ahora mismo, al contribuir a mantener el crecimiento bajo y el desempleo elevado.

Estamos hablando de números altos. Si el empleo público con Obama hubiera aumentado al mismo ritmo que en la época de Reagan, habría 1,3 millones más de estadounidenses trabajando como maestros, bomberos, agentes de policía, etcétera, de los que desempeñan en la actualidad esos empleos.

Y si se tienen en cuenta los efectos del gasto público en el empleo privado, un cálculo aproximado es que la tasa de desempleo sería 1,5 puntos porcentuales más baja de lo que es, o sea, estaría por debajo del 7%, lo cual es significativamente mejor que la economía de Reagan en esta fase.

Una conclusión de esta comparación es que los conservadores a los que les encanta comparar el historial de Reagan con el de Obama deberían pensárselo dos veces. Aparte del hecho de que las recuperaciones de las crisis financieras son casi siempre más lentas que las recuperaciones normales, en realidad Reagan era mucho más keynesiano de lo que Obama, enfrentado a un partido republicano obstruccionista, ha podido ser.

Sin embargo, lo más importante es que ahora hay una respuesta fácil para cualquiera que pregunte cómo podemos acelerar nuestra recuperación económica. Ni que decir tiene, podemos hablar de ideas visionarias; pero también podemos dar un gran paso hacia el pleno empleo simplemente utilizando los bajos costes de financiación del Gobierno federal para ayudar a los Gobiernos estatales y locales a recontratar a los maestros y agentes de policía que han despedido, y a la vez reanudar las reparaciones de carreteras y los proyectos de mejora que han cancelado o pospuesto.

Paul Krugman es profesor de economía en Princeton y premio Nobel de 2008.

jueves, 8 de marzo de 2012

WOMAN

Para las mujeres en su día.



Felicidades.

miércoles, 7 de marzo de 2012

FELICIDADES A GABO POR SUS 85



Periódico La Jornada
Miércoles 7 de marzo de 2012, p. 4

Con música de vallenato, atole, tamales y un par de pasteles el escritor Gabriel García Márquez celebró en la intimidad de su casa, su cumpleaños 85. Junto con su compañera de vida, Mercedes; su nieto Mateo, Bertha Chaneca Maldonado y algunos amigos cercanos, estuvo desde temprana hora muy contento escuchando vallenatos.

El Gorguz felicita al gran Gabo.