viernes, 21 de enero de 2011

MÁSCARA VS CABELLERA


Los afanes institucionales de El Presidente ya generan destellos al final del túnel que transitamos. Prácticamente no hay institución que cumpla sus objetivos. Orwell suspiraría por conocer esta experiencia. Pareciera que la famosa frase de Andrés Manuel López Obrador “Al diablo las instituciones”, fue asumida letra por letra por Felipe El Breve. La justicia es agravio ciudadano, la educación se vendió a una lideresa sindical, el desarrollo social es un eufemismo de la pobreza profunda. Y así, en donde uno repose la vista.

Los destellos tienen iridiscencias de risa. La comedia –siempre al lado de la tragedia- de un régimen decadente presenta parlamentos inéditos. En tres días de esta semana el Sr. Blake, quien devenga su salario en Bucareli, promocionó, impuso y dio de baja la desdichada Cédula de Identidad, instrumento que persigue filiar a todo mexicano, desde recién nacido en adelante. Algo como un bautismo policíaco, anhelo confeso de todo régimen autoritario y militarizado, como el que sufrimos. Nació muerta diríamos.

En otro curioso pasaje, el mismo El Presidente, dialogando consigo mismo en un soliloquio llamado Diálogos por la Seguridad, nos informó que la guerra que declaró al narcotráfico en 2006 ya no es guerra, sino sólo lucha. Hubieron de morir más de 35 mil mexicanos, cifra que crece cada minuto, para llegar a la conclusión de que los fusiles y los cascos deberían cambiarse por máscaras y cabelleras y los adversarios encaramarse en un ring. Así estará la salud de la vesícula biliar mi General Galván, Secretario de la Defensa.

Para no dejarnos tan serios, ayer, al filo de las 9 y media de la mañana, el Abogado de la Nación –léase el mandón en la Procuraduría General de Justicia- tuvo que retirar del portal electrónico de su changarro la fotografía de El Ingeniero, mote de un importante capo valuada su cabeza en 30 millones de pesos. Y es que el Sr. Chávez, en su infinita labor de inteligencia, había encontrado en el Youtube la fotografía de un estudiante, a quien sus amigos habían jugado una broma colocándolo allí, por su semejanza con El Ingeniero. El Procurador no había procurado siquiera la página de la DEA, donde está la foto del preciado hampón. Dos días antes al JJ, agresor de un futbolista paraguayo, lo hallaron en el Facebook.

Estaría muerto de la risa con tanto desatino y tan frecuente, pero el tema es la seguridad nacional, es el de las vidas que perdemos por el capricho de un cruzado católico enfermo de megalomanía, empecinado en exterminar lo que imagina como el maligno. Ojalá Dios nos preste vida para ver la estampida de los panistas brincando fronteras en busca de refugio ante la ira de un pueblo (creo que esto lo soñé anoche).

Servirán estos botones como muestra de la inconcebible minusvalía de quien cobra como Presidente pero actúa como burócrata border line. Felipito tiene muchos juguetes, tiene una casita de entretenimiento tiernamente llamada búnker, presume un instrumento informático de inteligencia que le llama Plataforma México y tiene miles de soldados en las calles. Pero la inteligencia militar o policial la conduce Carlos Pascual, el embajador de los EU en nuestro país, con la letal secuela que nos azora.

Lo más triste de estas historias es que cruzan nuestras vidas y muy poco podemos hacer para atajarlas. No hay fuerza social ni política que les haga frente. Los movimientos ciudadanos son islotes que únicamente se divisan desde el más alto mástil de la nave. La izquierda ciudadana se empantana en los diferentes intereses de los partidos, con el rumbo puesto en la fractura final. Por final me refiero a que la anunciada derrota de la izquierda en 2012 perdurará los siguientes 20 años.

Me desconsuela esta confesión, pero tengo la vida entera mirando la misma imagen, la izquierda mexicana es un animal de vida celular, se divide permanentemente. Por eso gozo la extraordinaria situación de vivir en el Distrito Federal, gozo mismo que puede irse también al pozo.

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