jueves, 6 de mayo de 2010

PARTE DE GUERRA

Que hablemos bien de lo que nos sucede a diario, pide El Presidente, quien confesó soñar con que se publicaban buenas noticias al lado de las malas. Puso un ejemplo por demás ridículo, dijo que vio en un periódico muchas planas de malas noticias y en un rinconcito perdido de una plana interior aparecía una fotografía de un soldado cargando un niño presuntamente rescatado de algo o alguien. Es decir, primero las malas noticias de los soldados que matan niños y después una buena donde se les rescata. Pero todas las noticias de las que habla Felipe Calderón se refieren siempre al ejército, se le puede considerar como vocero de la Secretaría de la Defensa. Invariablemente sus discursos mercantiles contienen el parte de guerra, cuántas toneladas de droga decomisadas, cuántos presuntos delincuentes atrapados, las armas cubiertas de oro, en fin, todo lo que un vocero debe tener en mente de diario.

Buenas noticias siempre las hay. Quizá no sean del agrado de El Breve, eso sí. La semana pasada la Suprema Corte de Justicia ordenó la inmediata liberación de dos indígenas presas desde marzo de 2006, acusadas del secuestro de seis agentes de policía y posesión de cocaína y sentenciadas a 21 años de cárcel, nada de lo cual ocurrió. Lo primero que pidieron Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan fue que las mal llamadas autoridades se disculparan por el agravio hacia sus personas y eso ya suena a mala noticia, porque quien las mantuvo presas por tan impensable cuan infame y falso delito fue el propio El Presidente y su Procurador General. Las buenas noticias no se llevan con las acciones infames, ¿será eso Mr. President?

Hoy se publicó otra buena noticia. El Juicio Ciudadano a las instituciones del estado de Sonora, que organizó ayer el Movimiento 5 de Junio, en busca de justicia para los niños muertos en el incendio de la Guardería ABC hace precisamente 11 meses, encontró culpables al ex gobernador del estado y al ex alcalde de Hermosillo y a un grupo de funcionarios involucrados en las causas del fuego y responsables de la tragedia. Ese asunto avanza para bien de la sociedad y del gobierno, pero no es noticia buena para Calderón, puesto que en los 11 meses no ha movido un dedo para hacer justicia. Será que no puede enviar tropas a Hermosillo por causas pacíficas.

Ayer los mexicanos recordamos festivamente la Batalla de Puebla, cuando el 5 de mayo de 1862, mi General Ignacio Zaragoza derrotó al ejército francés que invadía nuestro país, abriendo paso al noble austríaco Maximiliano de Habsburgo. Finalmente el rubio y sifilítico invasor llegó a la Cd. de México y se proclamó Emperador, con el apoyo del siempre afanoso clero católico mexicano, alejado de las causas populares. Más hacia el final de esa historia, Don Benito Juárez ordenó fusilar a Maximiliano en el Cerro de las Campanas, Querétaro, en junio de 1867 y se acabaron las ilusiones imperiales. Una hermosa y heroica gesta nacional. Y Felipillo aprovechó la fecha para rezongar y regañarnos públicamente, porque dizque no queremos a las fuerzas armadas como él las quiere. Vaya visión de la historia que tiene el patrón de Los Pinos, ni un cadete sin graduar es tan ajeno al sentir nacional. Pero de la no tan silenciosa invasión gringa que padecemos está de plácemes El Breve.

Es una pena tener como presidente a un tipo tan lerdo. Desde luego no es un asunto de malas o buenas noticias, sino del desastre en que tiene sumido a la nación y la forma como sueña que hace algo para reparar los daños que su misma persona acarrea. Felipillo usa la mentira repetida como verdad que se asumirá por extenuación. A falta de legitimidad, de credibilidad o siquiera de estima popular, El Presidente se inventa logros indecibles. Desde el año pasado, cuando dijo que salvó a la humanidad de la influenza, ha venido autoproclamándose redentor de todas las causas. Hace unos días dijo que salvó a México del quinto jinete del Apocalipsis, la crisis económica revuelta con las desgracias de su guerra antinarco; que la economía va en caballo de hacienda y que la seguridad nacional va por buen camino. Todo es mera falsedad en boca de un pobre politicastro. Lo bueno es que nadie le cree ni lo que dice que come. Las balandronadas de hoy sobre el crecimiento histórico del empleo y el verdadero tsunami de inversión extranjera que nos llegará, se deshacen solas cuando uno compara las cifras que ofrece con las que existían antes de la crisis.

El Chapo Calderón ha abandonado definitivamente sus obligaciones como presidente. Sus esfuerzos militares por legitimar el asalto a la silla presidencial están pasando ya al control de las agencias de seguridad estadounidenses. Las noticias de El Presidente sobre la economía son un inútil afán por generar percepciones buenas sobre su persona, la economía la conducen los grandes capitalistas y ellos mismos se aseguran de que sus fines se vuelvan leyes, maiceando congresistas a mansalva. La educación nacional la dirige la lideresa del sindicato de profesores, la Maestra Gordillo. Los asuntos laborales los atiende su sicario de la Secretaría del Trabajo, centrado no en la generación de mejores condiciones laborales y mayor empleo, sino en el destrozo de las organizaciones gremiales y la modificación del marco jurídico que dé plena garantía a los inversionistas. Es tan grave y evidente la dejadez de Felipillo que los gringos ya confesaron abiertamente su preocupación por el futuro de la lucha antinarco, les mortifica que, faltando El Presidente, llegue el momento de poner fin a esa guerra fratricida que abre las puertas a su intervención. La soberanía tampoco es asunto de Calderón.

En el grupo de sus allegados, el llamado gabinete presidencial, reina el desconcierto igual que impera la angustia en todo el país. Gobernación dijo que la violencia tremenda que vivimos va, estadísticamente, a la baja. Vaya oráculo espontáneo. Seguridad Pública (existe la secretaría, amable lector, no crea que no) desdijo al adivino y dijo que no había fecha para tal acontecimiento. La Defensa nos amenazó con diez años más de guerra civil. La Marina no dio fechas pero anunció la inevitable continuación de la mortandad de mexicanos bajo las balas cruzadas. Y para acabar con la estéril discusión, que no con el problema, la DEA y la CIA reconvinieron a los agoreros, recordándoles que lo que se viene es peor. La luz de la calle alumbra más.

Si los males no tienen remedio a la vista y el responsable de atacarlos sólo los agrava, no hay mejor decisión que echar al impostor a la calle y fincarle juicio político.

¡Fuera Calderón!

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