XII
Y sin embargo, a veces, todavía,
así de pronto, cuando te estoy viendo,
vuelvo a verte como antes, y me enciendo
del mismo modo inútil que solía.
Y me pongo a soñar en pleno día,
y reprocho al destino, corrigiendo,
como los locos, lo que fue; y no entiendo
cómo no pude nunca hacerte mía.
E imagino que anoche me colmaste
de placeres sin nombre, y que esa chispa
perversa y de ternura en tu mirada
prueba que lo otro es nada -que gozaste,
que a tí también este limbo te crispa,
¡qué al fin te di el orgasmo!- y lo otro es nada.
Tomás Segovia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario