lunes, 28 de diciembre de 2009

LAS GRANDES ALAMEDAS


Es doloroso saberlo y decirlo pero aunque todos lo deseamos pocos vivirán un próspero año nuevo. En los hechos sólo prosperarán aquellos que engrosan su bolsillo a costa del crecimiento de la pobreza de los demás. 2010 está plagado de malos presagios. La vida será la más cara que habremos conocido. A los impuestos aprobados por el Congreso sumaremos el alza general de precios que ya se divisa no tan lejos. Será imposible que las 500 mil empresas medianas y pequeñas quebradas económicamente durante la crisis se recuperen, es más lógico esperar que otras tantas se sumen a esta desgracia. Los derechos humanos seguirán siendo letra muerta, el Estado laico acelerará su deterioro, más niños abandonarán la escuela, más mexicanos quedarán sin empleo y más mujeres serán vejadas en su intento por disponer de su propia persona.

La pobreza que hoy alarma a los analistas continuará siendo el ancla que frene el crecimiento económico y será la hoz que se mantendrá segando la vida futura de más de la mitad de los mexicanos, no hay nada en la élite gobernante que nos diga lo contrario, a menos que creamos un ápice de las vulgaridades que divulga el gobierno traidor sobre sus programas sociales y su combate a la pobreza o de plano seamos una generación teletón.

La zozobra en que vivimos desde que El Presidente puso a los soldados a realizar tareas que le corresponden a los cuerpos policíacos se anticipa agravada. La carnicería que los marinos hicieron en Cuernavaca al destazar a El Barbas Beltrán Leyva nos revela tres asuntos de extrema gravedad para el país y para cada una de las familias mexicanas: 1) que el ejército en las calles ya no es de confianza ni para su jefenato, el Chapo Calderón, lo que suelta más las manos a la soldadesca embrutecida; 2) que el desprestigio de las fuerzas armadas es al mismo tiempo la entrada en vivo a escena de la milicia gringa, quienes bajo la bandera de la Iniciativa Mérida operan ya indiscriminadamente en la política mexicana. Recordemos que como parte del Plan Colombia, a la muerte de Pablo Escobar Gaviria siguió la instalación de bases militares gringas. Y 3) que no hay estrategia alterna posible, ni plan B, ni nada, la estrategia es la que definieron en Washington desde que echaron a rodar el tema del estado mexicano fallido, y desde allá siguen saliendo las órdenes aunque las balas nos peguen aquí.

El país está abandonado al albedrío de los que pusieron a Felipe Calderón en la silla presidencial y que ahora, con eficaz parsimonia, lo hacen a un lado. Si a Felipillo le causa chorrillo tomar cualquier decisión, estará de plácemes (por el momento vacacionando, but of course) con el amasiato político que le ofrece el PRI, así podrá emular a Fox y su célebre ¿Y yo por qué? y dejar que los largos tres años (Calderón dixit) que restan a su administración transcurran en discusiones baldías como el reciente decálogo que, bajo el nombre de reforma política, propuso como iniciativa al Congreso, cuando lo eminente ahora y por mucho tiempo más es atender la desastrosa situación económica del país y el indecible salvajismo en el que vive cotidianamente la mitad de la población. Es claro que si Calderón no pudo ni quiso resolver nada, los dueños del dinero continuarán únicamente dedicados a multiplicarlo con el abierto apoyo de los partidos de la derecha y de la iglesia católica.

Si los políticos y sus partidos han soltado los mastines en busca de la presidencia en 2012, mal haríamos los mexicanos en dejarlos solos en ese empeño. La prosperidad en 2010 se asomará cuando los ciudadanos decidamos construirla. Ante las mil y una adversidades hagamos surgir mil y dos organizaciones ciudadanas. A cada tropelía del mal gobierno formemos un frente de defensa. Nunca nos faltará una causa, es tal la descomposición social y económica que bastará plantarnos en una esquina convocando a no pagar los recibos de la luz para integrar un grupo en defensa de la economía de sus hogares. Que no nos enreden los partidos en su venal propósito, dejemos que digan, que griten, que hablen, ellos sólo buscan el voto y para ello están cómodamente atrincherados en el Congreso. Los ciudadanos debemos construir nuestras propias organizaciones y alianzas cívicas. En su momento discutiremos el asunto del próximo presidente de la república, en lo inmediato defendamos la República.

Repitamos con energía y con orgullo las palabras de Salvador Allende mientras el traidor Pinochet bombardeaba el palacio presidencial de La Moneda: "sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre digno para construir una sociedad mejor”.

Tengamos fe porque el ánimo está de caída.

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