domingo, 1 de noviembre de 2009

SONETOS VOTIVOS III

III


Tus ojos que no vi nunca en la vida
turbarse de deseo, ni saciados
dormirse tras la entrega, ni extraviados
mientras gimes loca y sacudida;

tu oreja, dulce concha adormecida
que no alojó a mi lengua de obstinados
embates de molusco; tus negados
cerrados labios de piedad prohibida,

que hurtan tu lengua, rica pesca extrema,
ni fueron nunca abiertos la diadema
de coral húmeda y abrasadora

que por tu rey, mi miembro coronase:
yo mismo en todo esto, hora tras hora
mi muerte fundo y a mi mal doy base.

Tomás Segovia

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