domingo, 22 de febrero de 2009

IRRENUNCIABLE


Ando en trámites para cambiar el crédito hipotecario de mi departamento de un acreedor a otro, algo que en el argot más estricto de este mundo de transacciones se le llama redención de pasivos, sea lo que ello signifique. Lo que significa para mí es cambiar mi deuda de uno de esos bancos que apilan ganancias a costa del Ipab, o mejor dicho a costa del erario mexicano y, con mayor precisión aún, a costa del bolsillo de los que sí pagamos impuestos, a un organismo financiero del gobierno. Este banquito que me cobra mes tras mes obtuvo la cuarta parte de sus ganancias mundiales del año pasado aquí, en este desmejorado México y nadie me asegura que la machincuepa financiera me resulte para bien. Sin embargo, me anima a tal tarea la peregrina idea de que si acepto el crédito del gobierno, y redimo con este dinerito la deuda con el trasnacional, mi propiedad será menos vulnerable a la catástrofe de una hipoteca y el embargo ante una eventual y juarista suspensión de pago de mi parte. Pero a ratos no me siento tan seguro de que las dependencias financieras del gobierno federal sean menos voraces y despiadadas que las financieras privadas. Y es que lo que sucede a diario es para desfondar la confianza hasta en el santo patrono de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el propio San Felipe de Jesús.

Dicen que el próximo presidente de México será un líder del narco; que este año la crisis económica apenas empieza y lo peor ni lo imaginamos; se conoce que de los muertos de la guerra de Felipe I, El Pequeño, ya ni cuenta se lleva; supimos que en Monterrey los encapuchados del Golfo son unos expertos en el desafío al Estado y que en su visita a la Sultana del Norte, El Pequeño tuvo que hospedarse en la suite Gobernadores porque Luismi ocupa la suite Presidencial; veo que todo mundo pone atención a los decires del General Galván sobre la guerra, mientras que el cincoestrellas, nato dirigente de las fuerzas armadas, sólo merece una nota en la página tres; que la losa de la injusticia sepultó las víctimas de Atenco y que el Gel Boy (como le dicen al gobernador del Estado de México) y los responsables de lo que allí ocurrió siguen sus encarrerados afanes hacia la presidencia que se rifará en 2012. ¿Será el Gel Boy el narcopresidente?; cuentan que en Ciudad Juárez ya nadie recuerda la masacre de mujeres jóvenes de tanto muerto diario que amanece allí y que los jefes de la policía juarense acatan las órdenes del narco para evitar mayores crímenes (no se entiende bien, pero eso dicen). En fin, las noticias son de catástrofe silenciosa, acallada por el gobierno montado ya en las elecciones de este año.

Todo eso da miedo y aunque muchos dicen que a los mexicanos no nos arredra ni La Llorona a veces dan ganas de llorar de tanto desastre. Por lo pronto, en el asunto de mi crédito redimido, sacaré la casta de indio amestizado y seguiré el calvario de los trámites. Ya tuve un tú a tú con una doñita, empleada del futuro financiador, cuando le pregunté dónde localizar mis papeles, se arrellanó en su sillón semiejecutivo y por debajo del tupé desteñido de amarillo me miró ejecutivamente para negarme información de cualquier asunto que no apareciera en el menú de la terminal tonta de su computadora. No me arredraré ni seré cobarde ni haré lo que otros desean: abandonar la obligación fiduciaria encomendada por mi familia. Eso que lo hagan los cobardes, los que desean que triunfe el narco en la guerra del 2007, esos que aunque no se sabe quiénes son y mucho menos dónde están pero que de la boca de El Presidente no se caen.

Si caigo será en la lucha.

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