jueves, 14 de agosto de 2008

TIEMPO NUBLADO


Título de un ensayo de Octavio Paz, Tiempo nublado es frase oportuna para apreciar el momento que vive la sociedad mexicana. Los días pasan, los meses se acumulan, Calderón va para dos años cobrando como presidente y los asuntos cruciales para el desarrollo y la estabilidad del país están cada día más enredados. El horizonte se desdibuja, atiborrado de las negras nubes que crea un Estado que deja de lado sus obligaciones esenciales: educación, seguridad, salud, trabajo, bienestar.

Un muerto de familia adinerada, el adolescente Fernando Martí, ha desatado la histeria del gobierno federal en el tema de la inseguridad, el oportunismo del gobierno capitalino, la verborrea inútil de las bancadas partidistas en el Congreso, el cinismo del poder judicial y en buena medida una respuesta social que promete ser importante. Las más de cinco mil muertes anteriores al parecer no entran en la contabilidad de estas nuevas congojas.

Una economía que se desliza libremente hacia el estancamiento, un pueblo que ve pulverizada la capacidad adquisitiva de sus ingresos, un gobierno que naufraga en una reforma petrolera entreguista, un congreso paralizado por protagonismos egoístas de todos colores, una sociedad atemorizada frente a la impunidad y corrupción que relucen frente al crimen verdaderamente organizado y una izquierda incapaz de asumir sus responsabilidades son asuntos que desmoralizan a cualquiera. Ni el bronce en Pekín puede contra eso.

Los empresarios, uno de los verdaderos poderes, lo dicen: el gobierno no puede o no quiere. Y se apropian del espacio vacío en franca confrontación con el presidente que ellos pusieron. Lanzan demagógicas proclamas pacifistas, desautorizan la iniciativa panista sobre el petróleo, critican el pobre crecimiento económico y convocan a la autodefensa ciudadana. “Cuando los de arriba no pueden y los de abajo ya no quieren”, había una condición para iniciar un movimiento revolucionario, sentenciaba Lenin. No es el caso de México, pero la cita sirve para ilustrar un peligro cierto: una sociedad en pugna con el Estado.

Las que sí están dadas son las condiciones para un movimiento ultraderechista que pretenda asumir tareas de Estado. Los “escuadrones de la muerte” que asolaron en décadas del siglo pasado a varios países latinoamericanos y hoy se concentran en Colombia como "grupos paramilitares" se gestan ya en el Yunque (es parte de la guanajuatización del país). El dinero para mantener grupos terroristas de ultraderecha está ofrecido y disponible en las arcas de un empresariado desilusionado de los negocios pactados con Felipe Calderón. El respaldo operativo para estas y otras organizaciones criminales se aloja en ese nudo indisoluble entre crimen organizado, grupos de todas las policías y políticos venales.

El nublado amenaza con ser tormenta eléctrica. Ojalá y no se nos venga un chaparrón.

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